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Catalina García García-Herreros, teatro universitario y escritura
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DRAMATURGA

Catalina García García-Herreros, teatro universitario y escritura

Actualizado 17/03/2018
Charo Alonso

"La Universidad hace lo que tiene que hacer y ofrece muchas cosas, pero quizás sí debería crear un espacio para las iniciativas culturales más amplio del que hay"

En el estudio salmantino se escuchan voces lejanas, se hace teatro, se escriben tesis venidas de lejanos mares. La filigrana de piedra de la Universidad ocho veces centenaria vive en la persona de sus estudiantes y profesores. Vida académica y cultural sobre las tablas que son páginas en el trabajo dramatúrgico de Catalina García García-Herreros quien nos espera, a través de la cristalera, con los libros y el café de la alumna aplicada sobre el mármol de la mesa. Despliega su sonrisa infinita, la falda de su vestido sobre las butacas de terciopelo rojo del Teatro Real que adornan la cafetería Dominicos. Tiene la gracia de una bailarina y sus palabras, medidas y sentidas, recuerdan el rigor de su formación científica. Matemáticas que bailan sobre el pentagrama donde ahora dialoga su escritura teatral. Música, cadencia y experimentación.

Charo Alonso: Catalina, eres colombiana ¿Qué aportan los alumnos hispanoamericanos a la Universidad de Salamanca?

Catalina García: Aportamos una variante del español que enriquece el español del centro, que es su cuna. La existencia de profesores y estudiantes hispanoamericanos permiten que la lengua y la mentalidad se acrecienten y se sigan imbricando las dos orillas.

Ch.A.: ¿Crees que la universidad debería atender de una manera especial a los alumnos hispanoamericanos?

C. G.: La Universidad hace lo que tiene que hacer y ofrece muchas cosas, pero quizás sí debería crear un espacio para las iniciativas culturales más amplio del que hay. El nombre de esta gran institución en América ya es por sí solo potente, sirve de imán para el estudiante que quiere venir precisamente a Salamanca.

Ch.A.: Tu trabajo se centra en el teatro universitario ¿Qué diferencia hay con el teatro en general?

C.G.: La libertad. Un grupo de teatro universitario permite mucha más experimentación que una compañía digamos "normal" pendiente de las salas, del gusto del público, de la taquilla? El teatro universitario es creatividad, un crisol de nuevas ideas sin cortapisas porque aunque siempre hay que pensar en el receptor, no hay una obligación de gustar.

Ch.A.: ¿Se apoya al teatro universitario desde la institución?

C.G.: La Universidad pone a disposición de los grupos la sala Juan del´Enzina y sí, hay un gran apoyo aunque podría mejorarse, claro. Actividades Culturales de la Universidad favorece a los grupos de teatro que son más de diez y que se agrupan en la Asociación de Teatro Universitario. Lo que quizás falla es que falta visibilidad, más programación de muestras de teatro universitario.

Ch.A.: ¿Tenéis vinculación con la gente que hace teatro en Salamanca?

C.G.: Creo que no, no hay mucho vínculo entre el teatro salmantino y el universitario que tiene un problema, la gente que hace teatro en la universidad permanece en la ciudad solo durante sus estudios.

Ch.A.: Pero tu "Teatro Lunático" permanece.

C.G.: ¡Ahora permanece en mí! Lo tengo incubando, digamos. "El Teatro Lunático" está en cada uno de las personas que me han acompañado, que han aprendido conmigo y que ahora están lejos y siguen haciendo teatro.

" El teatro mortal es acartonado, se basa en la memorización, en el gesto fijo"

Ch.A.: Lo defines como "teatro no mortal" ¿Qué quieres decir con eso?

C.G.: Es un concepto de Peter Brook. Hay cuatro categorías que van del teatro mortal al teatro sagrado. El teatro mortal es acartonado, se basa en la memorización, en el gesto fijo, en repetir. Es de cartón piedra, y en él no sentimos nada. Esto es lo opuesto a lo que debemos aspirar, al teatro de la experiencia, del acto? que hacer teatro te cambie, que te impacte como público. Ese es el teatro sagrado relacionado con los ritos iniciáticos. Después de ver este teatro no vuelves a ser la misma persona.

Ch.A.: La catarsis griega?

C.G.: Exacto, teatro de vivir, no de memorizar. Poner la vida en escena para hacer que los demás sientan algo, hacer sentir algo de nosotros mismos. Por eso es un teatro de experimentación y de libertad.

Ch.A.: Tú viniste a estudiar y aquí sigues? ¿Qué tiene Salamanca?

C.G.: Vine y no me he ido. A Salamanca la siento como mía, cada vez que vengo de Madrid y veo la catedral la siento mía. Puedo caminarla, es una ciudad que puedo meter en mis pies.

Ch.A.: Tú que venías de la Física ni más ni menos?

C.G.: Me gustaba mucho la Física, había estudiado la teoría, sin embargo, a la hora de investigar había que programar y mi trabajo, aparte de dar clase, era diseñar programas y aquello no me gustaba. A mí el cálculo numérico me ordenó la cabeza y estudiaría Física otra vez, lo que no me gustó fue el lenguaje duro de la máquina. Me vi en un despachito en Bogotá programando y pensé "Así me voy a pasar la vida". Yo tenía mucha poesía por dentro y me sentía muy atrapada por el lenguaje de la máquina?

Ch.A.: ¿Y ya no usas la máquina ni para escribir?

C.G.: Claro que la uso, escribo a mano y con el ordenador. Lo que quiero decir es que sentí que las palabras se vaciaban con el uso. Una cosa que se repite se convierte en verdad, funciona como acto reflejo, como el decir siempre "¿Cómo está?" o "Muchas gracias". Y en ocasiones no lo decimos de verdad. Una de las cosas que hago en el teatro es insistir en que cada palabra que se dice se encarne, que tenga color, olor, sabor, tonos?

Catalina García García-Herreros, teatro universitario y escritura   | Imagen 1Ch.A.: Tu forma de pronunciar es así, cuidadosa.

C.G.: Es que quiero pensar lo que digo. El lenguaje genera realidad. Usamos palabras vacías, perdemos realidad. Busco una palabra llena de contenido, que permita al emisor expresarse y al receptor llenarse de contenido y vivirlo, habitarlo. Hay que vivir el lenguaje, que no sea palabra vacía, que no se pierda.

Ch.A.: Dejaste la física para estudiar filología porque estabas llena de poesía? ¿Cuándo te interesaste por el teatro?

C.G.: A mí me llevaban de pequeña a ver títeres, tengo unos padres muy bohemios que me llevaban al teatro y veía ahí soles y dinosaurios que veía enormes. Tenía yo un pensamiento muy mágico y me parecía todo aquello el mundo real y hacía obras en el cole sin considerar que eso era una forma de vida, como algo natural. Luego, cuando escapé de todo aquel lenguaje de ordenadores volvieron los soles de tela y empecé a leer sobre teatro, a ver más teatro y ya en la universidad otra vez, lo primero que hice en el 2005 fue crear mi propio grupo de Teatro Universitario porque sentía que aquello era algo natural en mí.

Ch.A.: Mucha gente se acerca a la actuación, pero pocos se interesan por la escritura teatral como tú ¿De dónde vino la necesidad de escribir teatro?

C.G.: Vino de la necesidad de expresarnos, de experimentar. Hasta el año 2009 montamos obras ya hechas y decidimos poner una obra nuestra. Entonces les propuse: "Voy a escribiros una obra que me está sonando en la cabeza y que se llama Límites". Es una obra sobre los desplazamientos y las fronteras, ya que vengo de un país donde es difícil conseguir visados. A mis compañeros les gustó, la dirigí y seguí escribiendo.

Ch.A.: ¿Cómo te sientes al ver tu propia escritura sobre el escenario?

C.G.: Mi primera obra fue una semilla que llevaba mucho tiempo en mi cabeza. Luego se materializa en el papel, después en las voces, más tarde se encarna en los personajes, vive en la luces, en la sala, en el público. Pensar que eso podía suceder con algo que estaba en mi cabeza era increíble. Empecé a escribir y a estudiar dramaturgia a la vez.

Ch.A.: Es muy complicado escribir teatro ¿Le interesa a la gente?

C.G.: La escritura dramatúrgica es muy distinta, sí. Lo he aprendido con la práctica y creo que me falta muchísimo. Yo trato de encarnar la escritura, el teatro necesita la encarnadura de las palabras, y ese lenguaje modifica la mano que escribe, ya que el teatro tiene sus propias normas. Curiosamente hay muchos alumnos en el master virtual porque ahora hay más editoriales de teatro, grupos, deseo de hacer cosas.

Ch.A.: ¿Es fácil dirigir una obra y trabajar como actriz al mismo tiempo?

C.G.: Lo he hecho con Límites y es difícil porque yo como actriz necesito ser dirigida. La escritura y la dirección son individuales, sin embargo el actor trabaja con sus compañeros. Lo bueno de ser actriz es que conoces los miedos, los nervios que compartimos al salir a escena. Yo prefiero estar por fuera. Como actriz, necesito a alguien que me dirija.

Ch.A.: ¿También cuando tocas el violín?

C.G.: No compongo música y es diferente. Cuando toco el violín toco música de otra persona y soy menos yo, soy yo, pero menos yo. Cuando escribo me da mucho más miedo y me produce mayor satisfacción y emoción. Me siento conectada completamente con mi verdad, con mi mensaje. Yo no soy yo, sino un canal que recibe mensajes y los trasmite, mi misión es recibir como si fuera una antena ¡No soy yo, sino un tubo! Es así cuando estoy recibiendo y explorando.

Ch.A.: Un mensaje que se convierte en teatro ¿O en novela, poesía?

C.G.: Las técnicas para escribir teatro, novela o poesía son distintas, pero el proceso de escritura es el mismo, es el del escritor frente al papel. En el caso del teatro, yo tengo una idea y tiene que ser un conflicto: alguien quiere algo, hay algo que se le opone y ambos tienen que estar muy cercanos? es decir, es preciso seguir ciertas pautas.

"Una de las cosas maravillosas de viajar es que cambia la perspectiva"

Ch.A.: La poesía actualmente está llenando los escenarios, Catalina.

C.G.: Sí, y es otro género, es poesía para ser dicha, puesta en escena. Sin embargo, no es teatro, la poesía, aunque se encarne a través de la voz y deje de ser texto, es poesía y está escrita con otro código. El teatro necesita otra cosa, y a mí, cuando ya tengo el conflicto, los personajes me empiezan a hablar, a veces hasta se rebelan, se niegan a vestirse con la ropa con la que salen? parece un poco loco pero me dicen no, los personajes hacen lo que quieren como poseídos por lo que Unamuno tan bien definió en Niebla.

Ch.A.: Tú escribes la obra ¿Qué sucede si un actor propone un cambio?

C.G.: ¡Entramos en negociaciones! Yo escribo, pero el actor está siendo el útero del personaje puesto en pie, me gusta ver qué hace una persona con ese texto y si el cambio que me proponen vive, funciona, lo acepto. Los actores hacen su propio proceso de experimentación con mi texto y algunas veces me han sorprendido y cambio. Si los actores solo encarnan el texto estaríamos cayendo en el teatro mortal, necesitamos un equilibrio.

Carmen Borrego: Aunque ahora estés tan bien en Salamanca yo te veo como una eterna viajera.

C.G.: Claro, Carmen. Me preguntabais al principio qué aportamos los estudiantes que venimos a Salamanca. Una de las cosas maravillosas de viajar es que cambia la perspectiva desde donde miras, eso hace que tu perspectiva no tenga un solo punto de fuga. Como en la escritura, como en el teatro, no eres sólo tú, sino muchos personajes. Viajar, escribir, hacer teatro es vivir muchas vidas en tu propia vida.

TEXTO: CHARO ALONSO

REP. GRÁFICO: CARMEN BORREGO

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