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Crónica de un viaje poético por un rincón de Rumanía
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FESTIVAL MUNDIAL DE POESÍA DE CRAIOVA

Crónica de un viaje poético por un rincón de Rumanía

Actualizado 20/10/2017
Redacción

Impresiones de Jacqueline Alencar tras su viaje a Rumanía

Hasta septiembre de este año solo habíamos conocido Rumanía por los intensos viajes que hacíamos a este país a través de los sabores, palabras de ese idioma o vestimentas que nos presentaban los miembros de nuestra familia rumana en Salamanca, los Simion, a quienes conocimos en la iglesia que frecuentamos en el Paseo de la Estación, allá por el año 2008, cuando llegaron los dos primeros, Dumitru y Jorge. Ya habíamos probado el sarmale y otros platos típicos, pero jamás soñamos con hacerlo 'in situ'.

Gracias a las invitaciones de Carmen Bulzan, en Bucarest, traductora del último libro de mi esposo, Alfredo Pérez Alencart, y al coordinador del Festival Mundial de Poesía de Craiova, Ion Deaconescu, pudimos pisar tierra rumana y conocer tres ciudades y personas que nos han cautivado para siempre.

Rumanía es un país de colores vivos que te envuelve en esa mezcla entre Oriente y Occidente. Pasado y presente se encuentran por todas partes, en una simbiosis que le da cierto encanto. Tal como dice Mariana Pascaru en la presentación de una Guía sobre Rumanía con imágenes de Florin Andreescu: "Rumanía parece un amontonamiento de mundos distintos en uno solo, lo que le dará sabor a nuestro viaje". Y así es, desde que entras aprecias la diversidad, la multiculturalidad. Incluso diría que aunque no entiendas el idioma, los acentos se asemejan a los sonidos de épocas ancestrales.

Llegar a Bucarest después de un largo viaje vía Portugal y una noche sin dormir, no fueron obstáculo para que todos nuestros sentidos se despertaran ante el asombro de ver esta antigua ciudad que parecía se había preparado para darnos una cariñosa bienvenida. Y es que sus gentes son exquisitas. Carmen Bulzan se había encargado de prepararnos una magnífica presentación de la antología Una sola carne / O singură carne" (Magic Print, Onesti, 2017), traducido al rumano por ella, como si se tratase de esa celebración de los 25 años de matrimonio que habíamos deseado, no con grandes fastos, sino impregnados de versos envueltos en un aura de sentimientos que perduran por los tiempos. Recuerdo a Iulia Udrea, Catalin Varje, Octavian Grecu, Iulia Enea, Mariana Iancu, Lucretia Epuran, José Ignacio Mir, Ionela Carmen Borcan, Slavia Neumorni, además de la profesora Gabriela Gîrmacea, quien realizó una excelente presentación, haciendo como si fuesen los protagonistas de los poemas, casi representándonos para recordarnos antiguas promesas. Leyendo textos como 'El pie en el estribo', 'La mujer del poeta' o 'Espera', hermanando entre ellos el rumano con el español, esta última lengua tan querida en otros lares. Nos asombró ese afecto por nuestro idioma. Era como si a cada paso Dios nos recordara que ya no había una Babel. Acompañados también estuvimos, durante el acto, por el Agregado Cultural de la Embajada de Perú, Juan Pablo Artaza.

Qué momentos tan significativos. Fue solo un día en Bucarest, pero por la tarde, durante un breve momento, pudimos recorrer algunas calles, pasando por las originales cafeterías, por un mercadillo, y terminar en un puente por donde pasa el río Dâmbovița, con la intención de llevarnos al menos fugaces estampas del día a día de esta gran ciudad. Ya por la noche, en pleno este de Europa, los acordes peruanos sonaron, para desterrar los pensamientos de que las Embajadas no se preocupan por la cultura. Pudimos constatar que en Rumanía eso no ocurre, pues la Embajada de Perú se mostró hospitalaria con la cultura. Gracias a su Embajadora María Eugenia Echavarría, al Agregado Cultural Juan Pablo Arteaza y al Ministro Consejero Luis Castro Joo por ofrecernos diplomacia y una degustación de cine y platos típicos de Perú. Nos sorprendió la gran aceptación de ambas cosas por parte del público rumano, jóvenes en su mayor parte, que aplaudieron abundantemente, llevándonos a reflexionar sobre la inutilidad de las fronteras... Aún saboreamos las muestras de ceviche, causa rellena, alfajores, y otras exquisiteces de la gastronomía peruana.

La segunda escala sería en la preciosa ciudad de Craiova, que es candidata para ser Capital Europea de la Cultura para 2021. Allí se celebra, desde hace cinco años, el Festival Mundial de Poesía Mihail Eminescu. Gracias a la gentileza de un nuevo amigo, Dragos Ionita, que pretende hacer su tesis doctoral abordando el tema de la psicología y la poesía como terapia, pudimos llegar cómodamente a nuestro destino, pasando por Pitesti, por el río Olt, Slatina, Potcoava, Caracal, Pirscoveni, Osica de sos... entre otros tantos lugares. Nos sentíamos orgullosos como si fuésemos oltianos, algo que solo los de allá entienden.

Las sorpresas se nos descubrían a cada momento, desde la grata bienvenida que nos ofreció el coordinador de este evento, Ion Deaconescu. Aun en compañía de la profesora Carmen Bulzan, traductora de la obra de Unamuno desde hace varios años, fuimos generando lazos de amistad con gran parte de los participantes, oriundos de una veintena de países. Alegría al encontrarnos con los poetas españoles José Ramón Ripoll y su esposa Teresa y la poeta Ana Ares. Los italianos Emilio Coco, Herminia y Gianni Darconza, un poeta de imagen y verso, con los que pudimos entendernos perfectamente en español. Y tantos nombres oriundos de Israel, Turquía, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Palestina, Belgrado, Chipre, Grecia...

Iban cayendo en nuestras manos libros dedicados como el de Emilio Coco, Del dolor y la alegría (en español), publicado por la Universidad Externado de Colombia (2016), dos libros en uno: 'El don de la noche' y 'Sonetos del amor tardío'. O el de Nicolae Dabija, poeta moldavo que ha estampado sus versos en el libro Fotógrafo de relámpagos (Chisinau 2017), con versión poética en español de Justo Jorge Padrón.

Pude conocer a un poeta belga-valenciano, Germain Droogenbroodt, quien llegaba con su libro de haikus, Dewdrops, en neerlandés con versión en español, y además con todo el arte de la caligrafía japonesa de la mano de la poeta japonesa Taeko Uemura. Dice uno de ellos: "Poema inacabado / arrastrado por el río / completo con rastros de agua". Así se fueron arrastrando los versos de los poetas en distintos puntos de la ciudad de Craiova, que nos fascinó con su arquitectura del pasado mezclada con la del presente. Por sus bellos rincones pasamos para que los poetas pudieran hacer revolotear sus versos por el aire cálido que envolvía la ciudad en esos días: inmensos parques, cafés de moda, restaurantes típicos fueron la sede elegida; y otros espacios emblemáticos como la Biblioteca Pública 'Alexandru si Aristia Aman', en la que Alfredo Pérez Alencart, Dmytro Tchystiak, Manolis Algizakis, Anatoly Kudryavitsky y Mihai Firica presentaron sus respectivos libros. Allí tuvimos un grato reencuentro con dos grandes amigas rumanas: la poeta Elena Popescu y Lee Conea, esta última residente en la ciudad de León-España.

Estábamos cautivados por Craiova, por lo tanto no nos extrañó asistir a la presentación de un libro (se dice 'carte' en rumano) titulado Craiova, mon amour (coordinado por Ion Deaconescu y publicado por la Editorial Europa), en el que escritores de todas partes del mundo, que han pasado por Craiova a través del Festival de Poesía, dedican sus versos a esta ciudad. Merecido reconocimiento porque, como dice Mihail Genoiu, Alcalde del Municipio de Craiova, en la presentación del libro: "El pasado y el presente se manifiestan conjuntamente, como un todo unitario y armónico en Craiova, una ciudad que siempre ha sido partidaria de la poesía...". Nos asombró que la poesía mereciera tanta acogida y apoyo por parte de algunas instituciones.

Mientras se leía poesía en el parque Nicolae Romanescu, a dúo con el cuarteto "Dan Bozgan", aprovechábamos para tener fugaces pero intensos e íntimos momentos de comunión con la ciudad, aspirando sus aromas de clorofila emanados por la intensa vegetación que todavía se conserva, afortunadamente. Charlando con las personas que para nuestra sorpresa hablaban español y algunas habían vivido y recordaban con nostalgia ciudades como Málaga, Palma de Mallorca, Madrid... incluso en Bucarest nos encontramos con una estudiante que había residido en Salamanca y hablaba un perfecto español.

Craiova, capital de la poesía, nos iba mostrando los sabores de Rumanía: la ciorbă de cada día, una especie de sopa que hace de primer plato; la polenta, que acompaña el sarmale, el pâine (pan), los sabores de la poezia. Nos iba enseñando que 'gracias', esa bella palabra que es la más repetida en el mundo, se dice 'Mulțumesc' en rumano.

Poemas y poesía en un hermanamiento sin fisuras. Unidos por la lengua castellana, rumana, inglesa... Así iban desfilando otros poetas como William Wollak, Paola Pennechi, Nikolina Andova Shopova, Pelin Batu, Erling Kittelsen, Dorit Weisman, Gojko Bo?ovic, Emilio Coco, Anatoly Kudryavitsky, Jeton Kelmendi, Hussein Habasch, Stanka Hrastelj, Tomaso Kemeny, Liudmila Mindova, Ismail Mammad, Beste Sakalli, Ivan Shopov, Athaol Behramoglu, Xhemil Bytyçi, Dmytro Tchystiak, Biljana Milavanovicic Zivak, Gjoko Zdraveski,. Impactaba escuchar acentos de Kosovo, Bulgaria, Azerbayán, Slovaquia, Italia, o del Kurdistán. Facilitado gracias a las excelentes traductoras que teníamos a nuestra disposición, como Roxana quien fue la voz en español, o Verónica en ingles, entre otras... Pero nosotros, privilegiados, contábamos con una traductora excelente al lado, como lo fue Carmen Bulzan, quien con paciencia nos iba enseñando las cosas más entrañables de su región y de su país. Y, cómo no, íbamos absorbiéndolo todo a través de la comunicación con los participantes del encuentro o con miembros de la organización como Tajtana, quien en todo tiempo se caracterizó por su amabilidad.

Hoy podemos decir que hemos conocido a algunos de los poetas rumanos de la actualidad, como Ion Deaconescu, Mihail Firică, Gheorghe Smeoreanu, Crina Popescu, Emilian Mirea, Constantin Romulus Preda, Roxana Ilie, Geo Vasile y Clelia Ifrim, viendo con otros ojos el mundo que nos rodea.

Una agradable característica de los rumanos es que te sorprenden todo el tiempo, desvelando poco para que el asombro te explote después. Una gran sorpresa fue encontrarnos con la reconocida soprano Mariana Nicolesco, a la que la 'Academia Internacional Mihai Eminescu' concedió un premio y reconocimiento a su trayectoria, el día de la inauguración del encuentro, así como también a otros intelectuales, como un profundo reconocimiento al arte y a la escritura.

Yo diría que lo que vivimos fue una 'maratón de poesía'. Quizá no quedaron rincones donde no se haya leído algún verso. Interesante fue la lectura en un Instituto de Artes o en una Academia de jóvenes militares, desde donde no faltó alguien que quisiera leer sus versos, quizá hasta entonces guardados en un cajón por falta de oportunidades. Interesante fue que en todas las sedes del evento la música también fue considerada. Fue un placer oír los acordes del violín, del piano, la guitarra, o las voces melodiosas como la de una joven muchacha que nos deleitó con bellas canciones conocidas internacionalmente. O la voz de un conocido cantante rumano que nos mostró la música popular.

Realmente no hubo tiempo desperdiciado, y el cansancio se dejó para sentirlo a la llegada a casa. Todavía quedan los resabios para no dejarte olvidar Rumanía.

En medio de la intensa programación, uno de los días de nuestra estancia nos embarcamos a la ciudad de Târgu-Jiu, en el distrito de Gorj. Antes de llegar a una ceremonia de recepción en el Ayuntamiento, fugazmente visitamos dos bellos parques donde se encontraban algunas esculturas del conocido escultor, pintor y fotógrafo rumano Constantin Brâncusi (Hobita, distrito de Gorj, Rumanía, 1876-París, Francia, 1957), además considerado pionero del arte moderno. Pudimos apreciar entre ellas su famosa 'Mesa del silencio', la 'Puerta del beso' y la 'Columna del infinito'. También estuvimos en una especie de museo donde los poetas pudieron ver expuestas sus caricaturas realizadas por el artista Dragos Constantin Bogdanr. En Târgu-Jiu se preparó un encuentro de los visitantes con los escritores de la región, como Teodor Dădălău, de quien nos trajimos un librito con bellas imágenes de Gorj; y libros de Spiridon Popescu y Nicolae Dragos... Y también como recuerdo, vino en nuestro equipaje un ejemplar de una publicación trimestral en papel dedicada a la cultura, llamada Portal - Măiastra.

No se dirá que en Rumanía se desperdicia el tiempo, por lo menos no entre los poetas que agotaron el día en Târgu-Jiu leyendo poemas durante el almuerzo y merienda-cena en el restaurante de un hotel llamado 'Sara', rodeado por el paisaje verde que caracteriza a este país. Y nuevamente la música que no sé por qué a ratos me parecía con toques latinoamericanos, trayéndonos una cierta nostalgia o saudades de lugares otrora visitados. Quizá presagiaba que pronto llegaría la despedida de este país del que solo se puede opinar después de conocerlo. Desde Târgu-Jiu apetecía llegar más allá, tal vez atravesar los Cárpatos, o quien sabe llegar a la enigmática Transilvania y sus asombros, después de recorrer el Danubio y asombrarnos ante el delta antes de su desembocadura en el Mar Negro.

Al final, un último acto en la 'Cafetería Minerva', un local precioso donde degustamos exquisito café acompañado de delicados pasteles para hacernos más dulce la despedida, una tarde en la que una lluvia torrencial se asemejaba a las lágrimas de la ciudad de Craiova ante una inminente despedida... Allí el poeta moldavo Nicolae Dabija recibió el premio especial de la quinta edición del Festival de poesía de Craiova. Y para nuestro deleite, Alfredo Pérez Alencart y Carmen Bulzan recibieron la medalla de oro de la Academia Internacional 'Mihail Eminescu' por la obra Una sola carne / O singură carne y por su excelente traducción.

Volvemos con una aljaba llena de encuentros, colores, sabores, melodías, imágenes y afectos que enriquecerán más nuestro peregrinaje por este mundo, abriéndonos nuevos horizontes. El reencuentro con nuestra dorada ciudad se hizo todavía más apasionante, después de la ausencia, pues ya desde hace más de tres décadas de su apacibilidad hemos gustado.

Gracias. Mulțumesc.

Texto de Jacqueline Alencar.

Fotos de J. Alencar y otros

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