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Alba de Tormes, encrucijada de los Caminos de la Mística
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Alba de Tormes, encrucijada de los Caminos de la Mística

Actualizado 19/06/2017
Manuel Diego Sánchez

La villa ducal es el final donde confluyen y terminan todos los caminos de la mística castellana del siglo XVI, de Teresa y de Juan de la Cruz. Juntos siempre para entenderlos mejor

Las rutas y el senderismo, una realidad hoy en auge, nos hablan del interés por el conocimiento geográfico, histórico y cultural a través de vías y caminos que en muchos casos han sido desde siglos itinerarios tradicionales de comunicación e intercambio. En el caso Alba de Tormes, además de la romana Vía de la Plata, de los caminos de la trashumancia y las cañadas, de las rutas de las dehesas, de los lugares históricos de la guerra de la Independencia de Napoleón, de los itinerarios en torno al curso del rio Tormes recomendables por razones del paisaje, la pesca, vegetación y ornitología, merece la pena resaltar un camino en el que ya desde el siglo XVI se articulan diversos trazados ligados a dos figuras señeras de la historia, literatura españolas y de la mística cristiana: Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.

Y es que la trayectoria vital de los dos personajes envuelve por completo el paisaje castellano; esta tierra los ha marcado en su personalidad y hasta ha configurado su visión del mundo y del camino espiritual que ellos proponen. Hay que pisar y conocer la Castilla interior para poder leer con fruto poesía y prosa de ambos santos carmelitas. De ahí que entre Ávila y Alba de Tormes, en una y otra dirección (a la que añadiría Segovia), por el alto cúmulo de lugares y puntos en los que ambos vivieron y trabajaron, transcurre la mejor visión de la que podemos considerar como la Ruta de la Mística Española.

Marcha Teresiana y De la cuna al sepulcro

Basta pensar que tomando a Alba de Tormes como inicio o como meta del itinerario, nos hallamos con varios trazados, algunos ya bien afirmados y con solera porque se repiten anualmente en fechas significativas: la llamada Marcha Teresiana (desde 1981) que en el mes de septiembre rehace el último viaje de Teresa, camino de la eternidad, y que lleva la carreta teresiana entre Medina del Campo y Alba.

A la que se añade una ruta más reciente titulada De la cuna al sepulcro, que va ya por su V edición y que tiene por fin el unir los lugares del doble nacimiento de Teresa, Ávila y Alba de Tormes, con la ventaja de que es un camino que ella hizo en repetidas ocasiones (en ambas direcciones), también de muerta cuando las disputas en torno a la posesión de sus reliquias (1585-1586). Sólo con mencionar los lugares del paso de los peregrinos (Cardeñosa, Gotarrendura, Fontiveros, Duruelo, Mancera de Abajo?) se reviven capítulos muy importantes de la biografía teresiano-sanjuanista. Pero es que entre medias se juntan lugares de referencia y que también tienen sus vínculos carmelitanos: Narros del Castillo, Bóveda de Rio Almar, Macotera, Peñaranda, Pedrosillo, Coca de Alba, La Lurda, Nava de Sotrobal, Garcihernandez ?, sitios que todavía ostentan las mejores muestras del arte mudéjar. Los pasos de Teresa y de Juan de la Cruz, en su tiempo y en siglos posteriores han estado muy marcados por la devoción y la peregrinación al sepulcro teresiano de Alba que, de esta forma, se erige en el alma y corazón espiritual de estas tierras castellanas. No se inventa nada nuevo, se recupera un itinerario que ha servido de vínculo espiritual desde hace 4 siglos y que venía a coincidir para todos en la visita anual por octubre a la celda y sepulcro teresianos.

Salamanca - Alba, una ruta por rehacer

Pero pienso que queda por dar contenido y rehacer otra ruta no menos evocativa, la de Salamanca-Alba de Tormes, también usada por santa Teresa y que ahora bien podía comenzar en el Carmelo de Cabrerizos, a las afueras de Salamanca, séptima fundación teresiana que conserva tantos recuerdos y reliquias, y luego tomar la carretera que se dirige a Alba y que coincide en buena parte con la calzada romana, para dirigirse a Calvarrasa de Arriba para cuya Cofradía del Rosario Teresa redactó unos estatutos o constituciones, y así luego atravesar el suave paisaje de las dehesas salmantinas de la Maza, Valdesantiago, Los Perales, hasta llegar y detenerse en la Fuente de Santa Teresa, que sirve de memorial y de alto en el camino para de inmediato lograr divisar la villa de Alba asentada alrededor del castillo ducal. Esta ruta, aunque parezca mentira, ha sido la más frecuentada, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XIX en que San Enrique de Ossó (1840-1896) mediante el ferrocarril hasta Salamanca, inaugura la moderna peregrinación y el turismo religioso en torno a Ávila y Alba de Tormes, como a las otras fundaciones teresianas de Castilla.

Y esta ruta tiene además otra ventaja, la de aunar el recuerdo de figuras teológicas, místicas y literarias como Juan de la Cruz, Domingo Báñez, Fr. Luis de León, Francisco de Ribera, Torres Villarroel, las Santas Cándida de Jesús y Bonifacia Rodríguez, Gabriel y Galán, Miguel de Unamuno y tantos otros personajes que tampoco se sustrajeron al embrujo teresiano. Esta era también la ruta que el periodista albense José Sánchez Rojas solía usar para acompañar a amigos y excursionistas de su tiempo hasta la villa.

Segovía - Alba, ruta de la poesía mística

Queda por entrelazar los caminos que van de Segovia hacia Ávila y Alba de Tormes, porque nos evocan el valor estético de la obra literaria de Juan de la Cruz, y sólo así se podría titular la Ruta de la poesía mística. Si queremos unir los sepulcros de ambos reformadores y místicos carmelitas, Segovia y Alba de Tormes, entre medias también se nos evoca la figura de otra gran protagonista de la historia de España, la reina Isabel la Católica. Y así transcurre por Medina del Campo, Arévalo, Madrigal, Fontiveros, Narros del Castillo, Duruelo y Mancera, Peñaranda de Bracamonte, con final en Alba de Tormes, donde ambos santos fundadores coincidieron en la inauguración del Carmelo (enero 1571) y donde está el primer convento e iglesia del mundo dedicados a San Juan de la Cruz. Una ruta llena de historia, de arte, de poesía, de vasta meseta castellana, de horizontes infinitos que nos evocan ese camino, también infinito y sin fronteras, de ambos místicos, el cual llega hasta nuestros días y desde aquí ha saltado hacia el mundo entero, sin obstáculos de muros de culturas, lenguas o religión. Desde aquí, Teresa y Juan de la Cruz son ya patrimonio de la humanidad.

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