Los trapos sucios ya no se lavan en casa

Autora: Laura Mohacho Garrido, activista por los Derechos Humanos.

Dentro de esa clasificación de derechos fundamentales existe "el derecho de todos, en particular de las mujeres, a vivir a salvo de la violencia, tanto en el ámbito público como en el ámbito privado, es una cuestión de seguridad pública y, por tanto, responsabilidad del Estado", ha aclarado el tribunal.

Sin embargo, dentro de nuestras fronteras seguimos asistiendo a numerosos episodios de violencia de género. No sólo asesinatos, que es la cara más extrema e irreversible de la violencia machista; sino por ejemplo a episodios de malos tratos físicos o psicológicos. Estos comportamientos se dan en el ámbito doméstico y también en el ámbito público a través de la discriminación en la vida laboral, educación que marca los roles establecidos, lenguaje sexista, abusos sexuales, o incluso la hipersexualización de las mujeres en el mundo de la publicidad.

El machismo no tiene su origen en la maldad innata del hombre, como afirma el Magistrado Antonio Salas, quitándole hierro al asunto; sino en una ideología basada en la superioridad del hombre sobre la mujer, negando todas las capacidades y aptitudes que deberían tener éstas y creando cadenas que las someten y las imposibilitan a la mujer al disfrute de los derechos humanos.

No es muy difícil, una vez que se está concienciado, identificar estas prácticas machistas que normativizan la violencia contra las mujeres, o el trato sexista hacia éstas, situándolas en una posición pasiva y ocupando el lugar de un objeto como si de un florero habláramos. Tan sólo hace falta escuchar, hace unos días, las declaraciones de Javier Guillén, director de la Vuelta ciclista, en las que negaba que el trabajo de las azafatas de la Vuelta se basara en un comportamiento machista y sexista, ya que de haber sido así lo hubieran prohibido. Creo que el primer problema que tenemos aquí es que este señor no conoce la definición de sexismo y machismo, o incluso la conoce pero con mala fe y en beneficio propio seguirá perpetuando una mal llamada tradición.

La violencia machista es un delito que afecta a toda la sociedad, siendo más agresiva en algunos lugares que en otros; pero sin embargo es la mayor discriminación que ha sufrido más de la mitad de la población por el mero hecho de pertenecer a un sexo. ¿De verdad, es un delito de carácter semipúblico como reconoce nuestro ordenamiento jurídico, o incluso privado como siguen creyendo algunos?

Por lo que la condena a este tipo de delitos no se debería limitar a la denuncia de la víctima para comenzar la investigación, porque de hecho, en dos de los últimos casos de violencia machista (Carballo y Pontevedra) las víctimas han reconocido los hechos pero no han querido denunciar. ¿Qué haremos al respecto?

Es importante otorgar una protección y apoyo a la víctima, es imprescindible que no sólo se vea como víctima, sino que además tenga los instrumentos necesarios para plantarle cara a un problema de tal magnitud, enquistado, en muchas ocasiones por una relación de afectividad duradera incluyendo además en algunos casos hijos en común. Debe ser ineludible que la víctima sepa que existe una alternativa y que una denuncia ante la policía no supondrá una condena de muerte anticipada, sino el fin de un martirio silenciado. Además, sería necesario no sólo crear planes de apoyo para asegurar la protección y el resarcimiento de la víctima; sino tomar medidas cautelares para evitar en un futuro la violencia machista, mediante la educación desde edades tempranas para crear una sociedad que defienda la igualdad, que defienda el feminismo. Sí, he dicho feminismo y no igualitarismo, ya que el feminismo busca la equidad según las características de cada persona, en este caso se busca el reconocimiento de derechos y aptitudes que han estado reservadas tradicionalmente a los hombres, siendo excluidas las mujeres, eliminando por tanto las cadenas que ellas soportan y han soportado.

Esta sentencia supone un paso hacia adelante en la lucha contra la violencia machista, pero es importante recordar que esa violencia se da también fuera de las relaciones de afectividad o análogas, ya que la educación que hemos recibido es una educación basada en la perpetuación de los roles impuestos, dominante y sumisa. Es importante dar un carácter público a este delito, pero también es importante ir suprimiendo a través de la educación y reeducación comportamientos machistas normativizados que desarrollarán su cara más fea y más extrema a lo largo de su evolución. Quizás todo comience por un "no te vengas sola a casa, que te acompañen las amigas" por parte de tus padres; o por un "pasas demasiado tiempo con tus amigas, y no conmigo" por parte de tu novio; o por un "avisa cuando llegues a casa" por parte de tu amiga; ¿acaso existe la posibilidad de que no consiga llegar a casa?

El cierre de este artículo viene de la mano de las declaraciones de la consejera de Igualdad de la Junta de Andalucía, María José Sánchez Rubio sobre la sentencia comentada, considerando este tipo de violencia como un riesgo social: "Lo que hace esta sentencia es importantísimo. Sacar del ámbito de lo privado este tipo de delitos, que lesionan los derechos humanos, en este caso de las mujeres".

A lo que me permito añadir, LOS TRAPOS SUCIOS YA NO SE LAVAN EN CASA, SINO EN LA CALLE.