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2017, demasiados gallos para un Año Nuevo
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2017, demasiados gallos para un Año Nuevo

Actualizado 06/02/2017
Redacción

Por si alguien no se ha enterado, dicen los chinos que acabamos de entrar en el Año Nuevo del Gallo. Si algo debemos tener bien claro los occidentales es que los chinos no tienen un pelo de tontos y, como estamos viendo, en el tema de la futurología tampoco se equivocan. Si lo dicen, será verdad. ¡Vaya si es cierto! Aunque más bien podríamos decir que acabamos de entrar en el año de los gallos. Pero no solamente en China. Casi todo el mundo parece haberse puesto de acuerdo, y este año florecen "gallitos" a diestro y siniestro. Lo malo es que esta "peste aviar" está llenando el mundo de pajarracos.

El último gallo que acaba de tomar la alternativa tiene la cresta amarilla, tipo tupé, y se llama Donald Trump. Contra todo pronóstico, y con la enconada oposición de no pocos "lobbys", acaba de convertirse en el presidente de la primera potencia mundial. Cuando sus adversarios estaban convencidos de que las diatribas que lanzaba en la campaña electoral eran solamente fuegos de artificio, acaban de comprobar que iba en serio. Curioso ejemplo el de este "gallito": comenzó la campaña electoral siendo el más impopular de todos los anteriores aspirantes a la Casa Blanca y acabó rompiendo todas las encuestas. Si decíamos que los chinos no son tontos, los norteamericanos tampoco les van a la zaga; y no cabe duda que la mitad de sus paisanos le ha concedido su voto de confianza. No sólo eso, su popularidad ha aumentado considerablemente después de las elecciones. A juzgar por sus primeras decisiones, aún no ha dado motivos para ser optimistas. Le sobra prepotencia y le falta mano izquierda. Habrá que esperar algún tiempo para que compruebe que en algunas materias no ha escogido la mejor forma de hacer amigos. Sería bueno que los suyos le recortaran algo los espolones.

Hay otro gallo que cacarea demasiado para que se le haga caso en su corral -y en corrales extranjeros-.Tiene cresta negra, amelenada, y se llama Carlos Puigdemont, Presidente "digital" de la Generalidad de Cataluña. Metido en un berenjenal para salvar los muebles del Sr. Mas, está en la difícil situación de no poder dar marcha atrás porque le tienen fuertemente asidos sus atributos personales. Se arrepiente de haber aceptado el cargo, pero sus compañeros de viaje lo utilizan como tonto útil, a base de convencerle de que en este país todo sale gratis. Si no estuviéramos ante uno de los problemas más graves que tiene hoy España, sería para echarse a reír. El Gobierno parece enfrascado en el cuento de la tortuga y la liebre y Dios quiera que no reaccione demasiado tarde. La verdad es que el español de a pie, se pregunta qué más deben hacer los independentistas para que intervenga el Gobierno.

Otro de los corrales nacionales dispone de una pareja de gallos que, últimamente, parecen interesados en hacer honor a su nombre, a juzgar por la pelea que les tiene ocupados. Uno con cresta en forma de coleta y otro con gafitas de no haber roto un plato, se han olvidado de los buenos modales con que embaucaron al personal, y luchan con uñas y dientes por hacerse los dueños del corral. Ya se ha consumado una ruptura, hay más de un corral y más de una deserción. En cuanto han tocado poder están enseñando su verdadera cara.

El corral socialista, por su parte, no levanta cabeza. Cuando parecía recuperar el sentido común, reaparece en escena su gallo de la pasión y, como no vuelvan a "caparle", es capaz de acabar con el partido. En su regreso a la refriega ya desvaría. Con la esperanza de calentar las masas ?y antes de tener a sus aves "anilladas"- promete consultar a la militancia todas sus ocurrencias. Además de ser mentira, lo que pretende es, sencillamente, imposible. Ni ha escarmentado ni ha aprendido. Sigue obsesionado con acabar con Rajoy; lo demás, no le interesa. Debería quitarse la careta y enrolarse en las filas podemitas. A ver cuántos le seguirían.

Por último, el corral de la gaviota tampoco es una balsa de aceite. El gallo jefe, a pesar de su cresta encanecida, tiene más hechuras de pavo que de gallo de pelea. Un buen número de aves de su corral ?aunque siempre hay buches agradecidos- está esperando alguna muestra de firmeza ante el "pavoneo" de otros gallitos que lo ningunean una y otra vez. No todo debe ser disfrazarse de avestruz para esconder la cabeza bajo el ala. Un picotazo a tiempo evita que te lleven a la cazuela.

Como se ve, los chinos han acertado de lleno dedicando este año al gallo, porque, al menos en política, ya vemos que abunda la especie. Claro que, cuando falten estos políticos, otro gallo nos cantará.

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