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Razones y sentimientos
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Razones y sentimientos

Actualizado 11/12/2016
Redacción

Razones y sentimientos

2/diciembre/viernes

En la noche del viernes 25 de noviembre murió Fidel Castro, el icono de la Revolución cubana y mito viviente desde que subió a Sierra Maestra a dirigir la lucha contra el régimen Batista hasta hoy. Aunque hace casi diez años que dejó el gobierno en manos de su hermano Raúl a causa de una enfermedad, Fidel Castro no ha dejado nunca de ser un caudillo querido y odiado. Sus formas dictatoriales y su modo de dirigir la política de su país contra viento y marea, con Estados Unidos como enemigo irreconciliable, han marcado buena parte de la agenda mundial durante casi 50 años. Durante nueve días de luto han sido muchos los actos en honor y homenaje a Fidel Castro, lo que ha llenado multitud de informaciones en todos los medios de comunicación del mundo. Fidel Castro ha muerto pero su figura no se entierra de la noche a la mañana. Se mantendrá como un personaje histórico, de perfil único siempre bajo el manto de los hombres excepcionales, para bien y para mal. A la vuelta de uno de mis tres viajes a Cuba, a finales del XX, escribí un artículo en "El Norte de Castilla" titulado "El corazón partío", la canción recién estrenada entonces de Alejandro Sanz. En él decía lo bueno y lo malo de aquella Cuba: por una parte un encanto, con gente amable y maravillosa, pero por otra me dolía el abandono de los edificios, la ruina y la pobreza que pude ver y comprobar. Me encantaba la isla, su belleza, pero la sensación siempre de que había detrás de ti unos ojos vigilándote, me perseguía. En aquel viaje estuve hospedado en el Hotel Habana Libre, que había tenido el nombre de Habana Hilton. Allí, tras la entrada en la Habana de Fidel Castro, el 8 de enero de 1959, se convirtió en el Puesto de Mando de la Revolución. La habitación 2324, Suite La Continental, pasó a formar parte de la historia, y es enseñada a los turistas y explicada según los modos propios de la propaganda castrista.

Infinidad de periodistas acudieron a Cuba para dar cuenta de las informaciones propias durante estos días. Uno de ellos, el enviado especial de TVE Vicent San Clemente, actual corresponsal en México, fue detenido durante dos horas en una comisaría de La Habana por entrevistar al disidente Reinaldo Escobar. Fui compañero de Vicent Sanclemente en los telediarios de TVE. Justos tuvimos responsabilidades en el área de Sociedad, y desde allí pasó a ser corresponsal en 1997 en La Habana. Por aquellos días hice otro viaje a la isla y, lógicamente, fui a visitar a Vicent, con quien me unía una buena amistad. Me descubrió rincones encantadores de la ciudad y me advirtió de cómo estaba todo controlado. Casi veinte años después él lo ha podido volver a comprobar en sus carnes.

Por eso, y por muchas cosas más, sigo con el "corazón partío" respecto a Cuba y al régimen castrista. Cierto que si se compara la situación de vida de los cubanos con otras realidades de países de Sudamérica, es mucho mejor, pero los regímenes dictatoriales, comunista en este caso, siempre serán sistemas inviables para la libertad, como ha venido demostrando la historia. Sí he admirado de Fidel su capacidad para enfrentarse a Estados Unidos, no amilanarse, no ceder al "imperio yanqui". Ese sentido del honor y esa valentía, es la que, tal vez, más adeptos le ha proporcionado a Fidel Castro desde su llegada al poder. Eso sí: entregándose a los dictados de la Unión Soviética, que en este mundo la guerra fría, y la caliente, siempre tiene su parte oscura. La pureza en política es imposible. "La crisis de los misiles nucleares en Cuba", en 1962, entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue un capítulo que estuvo a punto de cambiar los derroteros del mundo. Ahora las cosas son muy distintas tras los cambios enormes habidos en la Unión Soviética y la reciente visita de Barack Obama a Cuba. El problema es si Donald Trump, el presidente electo, vuelve a las andadas y lo tuerce todo, que no sería extraño.

6/diciembre/martes

Día de fiesta. Día de la Constitución del 78. Me es imposible no recordar este día hace 38 años cuando estaba cumpliendo el Servicio Militar en el cuartel de Zamora y me enviaron, junto con a toda mi compañía, a la comarca de la Carballeda a vigilar los embalses y los tendidos eléctricos. El miedo a un atentado de ETA aquel día del referendum de la Carta Magna era muy grande. No pasó nada. "Sin novedad, mi teniente". Fue un día emocionante. Tenía 25 años y la vida política, la Transición, estaba cargada de emociones. Justicia ha venido a hacer con Adolfo Suárez, el gran protagonista de aquellos días, Bill Gates, el fundador de Microsoft, quien en unas declaraciones ha situado al hombre de Cebreros a la altura de Charles de Gaulle, Mijail Gorbachov, Deng Xiaoping y Nelson Mandela "por su capacidad de negociación en un escenario adverso tras la muerte de Franco."

Voy a Cañizo con Violeta. La casa está fría y hay que calentarla. Debo poner la calefacción para no dar tregua a las termitas. La niebla lo envuelve todo. Hago lumbre también en la bodeguilla. Comeremos allí con Miguel, que vendrá desde Zamora.

Hay un momento en que el sol se abre paso, lo que aprovechamos para ir la Lomba. Hago algunas fotografías con el ánimo de captar el silencio, la quietud, la verdad de esta geografía desnuda. Un mar de tierra, Tierra de Campos". Me parece algo sublime. Un amigo que está de viaje por Francia me envía fotos de un castillo soberbio y orgulloso, estilo francés, claro. En este mundo cabe todo, pero siento que me gusta más mi pueblo, la espadaña de su iglesia escondida tras un teso, la sensación que me producen en el alma la tierras pardas, onduladas ligeramente; al fondo un pastor con su rebaño, tobas altas, secas a los lados de los caminos; el Raso, a lejos, con las encinas cada día más cerradas. El cielo alto, luminoso, aunque la presión anuncia que la niebla volverá a ganar la partida. Me acuerdo del libro "El valle de las gigantas", de Gustavo Martín Garzo, que acabo de leer. El escritor vallisoletano conoce bien, por vivirla, sentirla y pisarla, Tierra de Campos, Villabrágima, Medina de Rioseco, Tordehumos, de donde ha escrito páginas brillantes, como " Los viajes de la cigüeña". Martín Garzo es un escritor sensible, que percibe las cosas de otra manera, y que tiene la capacidad de trasladar a las páginas de sus obras hechos y sentires con un lenguaje limpio, sonoro y preciso. De sus "gigantas" me sirve ahora, como anillo al dedo, una frase: "sólo importa lo que queda en nuestros corazones". Al mío le emocionan estos pagos; aquí se siente muy feliz.

7/diciembre/miércoles

Hace tiempo que no estoy con algunos amigos. Los viajes me han alejado algunas semanas de ellos. Y me critican. Eso sí, lo hacen diciendo que me echan de menos. A uno le gusta que le regalen el oído. Me gusta sentir que me quieren. Yo también a ellos. La vida es emoción sobre todo. Incluso los discursos de los políticos, para que calen en la gente, deben tener cargas emocionales. "I have a dream", he tenido un sueño, dijo Martin Luter King; "no preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tu puedes hacer por tu país", encumbró a Kennedy; " puedo prometer y prometo", aseveró Adolfo Suárez, y siempre lo recordamos. Barack Obama se ganó a los americanos con "Yes, we can", "sí se puede". Todas estas expresiones son sentimientos, emociones, nada más. No encierran ningún tratado sobre la razón pura. Y es que la razón a secas, por muy buena que sea, es fría. Los héroes, los líderes del mundo, se han valido más de los gestos y de la emoción que suscitan que de una mente estructurada, calculadora e infalible. A mi me gustan los amigos a veces más por los defectos que por las virtudes. Los defectos son más humanos, y como todos los tenemos nos identificamos más fácilmente. Por eso queremos tanto a las mujeres. Dice León Tolstoi en sus diarios que hombres y mujeres somos iguales en capacidades, pero que en la mujer predomina el sentimiento y en el hombre la razón. Por eso los hombres preferimos las mujeres a nosotros mismos.

8/diciembre/jueves

Fiesta de la Inmaculada Concepción. La creencia católica es compleja porque no hace referencia a la virginidad de María, si no que la madre de Jesús nunca tuvo pecado original, ni siquiera en el instante de su concepción. Este dogma fue declarado por la Santa Sede el 8 de diciembre de 1958, pero en el Imperio Español, aquel que nació muerto, que decía mi profesor de historia, ya se celebraba desde 1644, y en toda la Iglesia desde 1708. O sea, fuimos más papistas que el Papa de Roma, Pío IX, que fue quien declaró el dogma.

No soy capaz de entender este dogma, tal vez porque soy muy bruto, como tampoco me cabe en la cabeza que Eva proceda de una costilla de Adán. Algunos no tenemos solución. La religión, todas las religiones, se basan en misterios indemostrables. San Pablo lo tuvo claro: la fe. No hace falta entender nada, basta la fe. El creador de la Iglesia, el cerebro, era un fenómeno. Tal vez por eso donde no llega la razón llega la mística, como dice Salvador Pániker. Sin duda una buena solución.

Creo que aunque sólo fuera por el dogma de la Inmaculada Concepción, por su significado en el cristianismo, la mujer debería tener un papel principal y no secundario. Los católicos dicen que la Iglesia valora mucho a las mujeres, y que son fundamentales, pero el Papa siempre es hombre, los cardenales, los arzobispos y los obispos son hombres, los curas que dicen misa son hombres, siempre los hombres. A las mujeres ahora les dejan incluso dar la comunión, pero siguen siendo segundonas, con todos los respetos.

Hace unos años participé en un debate en Zamora sobre asuntos relacionados con Semana Santa, a donde me llevó un amigo inconsciente, y dije esto que escribo. Se preparó la "marimorena". Creo que hubo algún cura que asistió al debate que llegó a rezar para que yo fuera al infierno. Pues no pienso ir porque seguro, seguro, la Inmaculada Concepción y todas las Santas están intercediendo por mi. El Papa Francisco está dando muchos pasos positivos en todo, pero le falta mucho. Esa labor de igualdad en la Iglesia no la veo cercana. Tal vez porque es imposible, porque los fundamentos, el meollo, de la propia creencia cristiana lo impide. También es cierto que dos mil años de cristianismo es poco. Aún queda mucho camino.

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