A veces los resultados de unas elecciones no permiten realizar un diagnóstico certero sobre lo sucedido, pero siempre facilitan acumular pequeños apuntes mediante los que intentar entenderlo. Existe un problema grave cuando las tertulias estériles de la noche electoral se empeñan en aplica la simpleza aritmética de definir al ganador como si se tratara de un campeonato deportivo. Esconder la existencia de una realidad compleja es un fraude mediático que me deja perplejo. Al desear centrarse en responder a la pregunta sobre quién ganó las elecciones quedan demasiadas cosas al costado que, al parecer, nadie quiere ver. Reiterar que las elecciones tienen la función de formar gobierno resulta cansado, pero no por ello hay que tirar la toalla.
Una primera mirada a los resultados del 26J ofrece un comportamiento electoral que, ajeno a los distintos sondeos electorales, detiene la caída en picado del bipartidismo que venía produciéndose desde 2008 para situar el apoyo a los dos partidos mayoritarios en el 55%. En segundo lugar, en comparación con los resultados del 20D, solamente el PP incrementa su saldo en escaños (+14) y pierden escaños Ciudadanos (-8), PSOE (-5) y PNV (-1)-. Un saldo que está lejos de significar un cambio radical en el panorama político, pero que tiene lecturas políticas inmediatas: el transvase de votos de Ciudadanos al PP ha supuesto un efecto mayor al calculado por las encuestas en provincias donde el sesgo mayoritario del sistema (como Salamanca) premia al partido con mayor número de votos. En el caso vasco las consecuencias para las próximas elecciones autonómicas pueden ser relevantes. Por su parte, el PSOE, una elección más, obtiene el peor resultado electoral de su historia.
Las elecciones son para formar gobierno. Lo hace quien cuente con 176 escaños o más votos favorables que contrarios abriéndose el juego de las abstenciones. Pero esa contienda no puede plantearse sobre el clásico eje izquierda-derecha. Frente a la desangelada campaña electoral huérfana de debates serios sobre los temas que están pendientes, hoy nadie parece percatarse que en Cataluña el PP cuenta con 6 escaños de un total de 47 y que con una alianza con Ciudadanos, si es que su líder quiebra su posición de bloquear la elección del Sr. Rajoy, llegan a 11. En el País Vasco el PP tiene 2 escaños de 18. Con ese bagaje, ¿está el PP capacitado para gobernar España con una visión minimamente integradora?
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