El obispo de Ciudad Rodrigo, Mons. José Luis Retana, ha dirigido una carta pastoral a la diócesis con motivo de la Nochebuena. En ella, invita a los fieles a poner a Jesucristo en el centro de la celebración y hace un llamamiento especial para acompañar a las personas que sufren enfermedad, fragilidad o soledad.
En este 24 de diciembre, víspera de la Natividad del Señor, el pastor de la diócesis civitatense y salmantina ha querido hacerse presente en los hogares de la comarca mirobrigense. Su mensaje busca trascender las celebraciones meramente festivas para recuperar el sentido espiritual y profundo de estas fechas tan señaladas.
La felicitación navideña del obispo se presenta este año con un tono especialmente cercano, dirigido a todos los fieles que conforman la Iglesia en Ciudad Rodrigo. Mons. Retana ha querido transmitir un mensaje que va más allá del protocolo institucional, buscando tocar el corazón de los salmantinos en esta Nochebuena.
La exhortación principal de Mons. Retana se centra en la necesidad imperiosa de recuperar la esencia de la festividad. El prelado invita a toda la comunidad a situar a Jesucristo en el centro de la Navidad, recordando que el nacimiento del Hijo de Dios es el verdadero motivo de la alegría que se comparte en estos días.
Frente al ruido y las distracciones propias de la época, el obispo propone una mirada de fe que permita redescubrir el misterio de la Encarnación. Su invitación es a vivir estas jornadas desde la autenticidad cristiana, haciendo espacio en la vida cotidiana para acoger el mensaje evangélico.
Uno de los puntos más emotivos de su felicitación es la mención expresa a los colectivos más vulnerables. Mons. Retana no ha querido olvidar en su mensaje a aquellos para quienes estas fechas pueden resultar especialmente difíciles.
El obispo tiene presentes de manera muy especial a:
A pesar de las dificultades que puedan atravesar las familias, el tono general de la misiva es de profunda esperanza. Mons. Retana anima a la comunidad diocesana de Ciudad Rodrigo a ser portadores de esta luz y a compartirla con el prójimo, convirtiendo la celebración en un acto de fraternidad.
La felicitación concluye con el deseo de que estos días sirvan para renovar la fe y fortalecer los lazos comunitarios en toda la diócesis, bajo el amparo del misterio de la Navidad.