SOCIEDAD
Actualizado 11/06/2025 20:25:55
Toni Sánchez

El director artístico y cantante de la exitosa formación salmantina desgrana los secretos de un proyecto nacido de la pasión y la perseverancia, donde la mayor recompensa es la alegría del público.

La noche se enciende, las luces parpadean, los fuegos artificiales decoran el cielo y una energía contagiosa se apodera de la plaza. Sobre el escenario, un cóctel de música, puesta en escena, baile y sonrisas transforma la verbena en una experiencia inolvidable. Detrás de este fenómeno, conocido como Orquesta Vulkano Show, hay una historia de pasión, perseverancia y, sobre todo, un deseo profundo de conectar con el público. Carlos Rozas, alma mater del proyecto, es además director artístico y cantante, y en esta entrevista desgrana el alma de un proyecto que ha hecho de la felicidad ajena su mayor recompensa.

Todo gran viaje siempre tiene un primer paso, y el de Carlos Rozas en el mundo del espectáculo se ha forjado desde muy joven. "Yo desde chiquitín he empezado en el mundo de la música. Me apunté al conservatorio siendo niño porque siempre me ha gustado la música", recuerda. Sus inicios profesionales le llevaron a Plasencia, donde un amigo le introdujo en el circuito de las orquestas modestas.

"Un amigo que tenía una orquestita me dijo que si quería probar. Te estoy hablando de cuando yo tenía 17 años. Fíjate, se pagaba aún en pesetas", comenta con una sonrisa nostálgica, evocando aquellas primeras "10.000 pesetas" por noche. Aquellas verbenas "pequeñitas, como las de toda la vida" encendieron una llama. Sin embargo, años después el destino le tenía reservada una prueba amarga que, paradójicamente, se convertiría en el germen de Vulkano Show.

"Tuve la mala suerte en su momento de que el jefe tenía todo tipo de vicios y no nos pagaba", ha relatado Rozas. Aquel año, la orquesta donde él tocaba la batería se deshizo, dejando a sus componentes en la calle. Pero de aquella adversidad surgió la oportunidad: "Tuve la mala suerte de que la orquesta se deshizo y nos quedamos todos en la calle, pero tuve la buena suerte de que pasó esto. Si no hubiera sido eso, seguramente, pues, a lo mejor no hubiera existido nunca Vulkano".

El motor de Vulkano: director artístico y cantante

Hoy, Carlos Rozas es la cara visible y el cerebro detrás de la maquinaria de Vulkano Show. "Yo soy el director artístico y cantante. Soy el que monta el espectáculo cada año y además estoy en la delantera como uno de los cantantes", ha explicado sobre su rol actual, aunque con humildad añade, "quizás sea el peor de los que estamos ahí arriba, pero ahí estoy".

El camino hacia el éxito no ha estado exento de dificultades. Rozas ha confesado que durante mucho tiempo ha trabajado sin vivir exclusivamente de la música, una etapa que, lejos de desanimarle, le ha aportado valiosas lecciones. "Te da aprendizaje, porque primero te da el aprender que muchas veces en la vida no es todo el dinero... Cuando tu trabajo te da otras satisfacciones, eso es para valorarlo", ha reflexionado.

Esta mentalidad es crucial en un mundo tan exigente. "Este trabajo para mucha gente no es para toda la vida. Un cantante o un bailarín a lo mejor no puede estar con 55 años en un escenario por muchas razones. Entonces, hay que valorar lo que tenemos, porque mañana no lo vas a tener".

Ha habido momentos de flaqueza, de plantearse "tirar la toalla" ante la dureza del trabajo nocturno y la necesidad de compaginar empleos. Pero la ilusión y la determinación siempre han pesado más. "Siempre pesaba un poquito más la ilusión y pensar que esto lo voy a conseguir", afirma. Ahora que ha alcanzado ese objetivo, la clave es "no perderlo" y mantenerse con los pies en la tierra. La humildad y la lucha constante son, para Carlos, pilares fundamentales.

Un espectáculo "súper exigente": la disciplina detrás del brillo

Lo que el público ve sobre el escenario con el espectáculo de Vulkano Show es el resultado de una preparación exhaustiva y una disciplina férrea. "Es un espectáculo muy exigente físicamente. Un espectáculo que son más de 3 horas de duración en el que no paras y es súper exigente físicamente", subraya Carlos Rozas.

No se trata solo de imagen, aunque esta sea importante, sino de resistencia y capacidad para mantener un rendimiento óptimo durante horas. Esta exigencia requiere un cuidado constante. "Cuido siempre que se puede la alimentación y entreno prácticamente todos los días", señala. Incluso en plena gira, Carlos busca tiempo para ir al gimnasio, consciente de que "la edad también va pesando y hay que cuidarse". "Muchas veces después de comer, en vez de estar tumbado en el sofá, me voy al gimnasio para moverme un poquito y activarme antes del show de la noche", añade.

Ser el dueño del entramado y, al mismo tiempo, un componente más sobre el escenario podría parecer una dicotomía compleja, pero Carlos ha encontrado un equilibrio basado en el compañerismo y el liderazgo por convicción. "Yo intento que sea lo mejor posible. Me gusta decir que siempre he sido un obrero, nunca he sido un jefe", ha aseverado.

Su filosofía se centra en fomentar una buena relación laboral, consciente de que pasan "muchísimo tiempo juntos" y el apoyo mutuo es esencial. Rehúye la figura del jefe autoritario. "Tiene que haber un líder, pero no me gusta la palabra jefe. Tienes que ser una persona a la que la gente le siga porque crea en ti, y es lo que yo siempre busco". Esta visión horizontal, donde se busca ser "un compañero más", es fundamental para el buen ambiente en Vulkano.

La conexión mágica: cuando el escenario y el público se hacen uno

Si hay algo que define a Orquesta Vulkano Show es su increíble capacidad para conectar con el público. "Te diría que en el 99% de los casos, la conexión es espectacular", afirma Carlos Rozas. El secreto, según él, radica en la potencia del propio espectáculo, que "engancha casi desde la primera canción y ya no te deja parar".

Pero también influye, y mucho, la química interna del equipo. "Arriba del escenario hay un buen rollo increíble... Nos lo pasamos de lujo en cada bolo y eso lo transmites al público". El público, que acude a las fiestas con ganas de divertirse, encuentra en Vulkano el catalizador perfecto. "Si tú le estás ofreciendo fiesta y encima ven que tú también eres como una parte de eso, enseguida conectan", explica.

Al final de la conversación, Carlos Rozas se emociona al revelar lo que realmente da sentido a tantos años de esfuerzo: "Sinceramente, me quedo con saber que hemos hecho felices a muchísima gente. Hay personas que han olvidado problemas muy gordos y muy serios gracias al espectáculo de Vulkano y su música. Eso no hay dinero que lo pague". "Conseguir eso es lo más gratificante de esta profesión y, además, poder vivir de lo que realmente nos apasiona es algo supergratificante".

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