CAMPO
Actualizado 13/03/2025 12:10:53
Toni Sánchez

En los últimos años han aumentado las denuncias de ganaderos que aseguran haber sufrido pérdidas debido a los ataques de esta especie invasora

El meloncillo (Herpestes ichneumon), también conocido como mangosta ibérica, es un mamífero carívoro de la familia Herpestidae. Es el único representante de su familia en Europa y se encuentra principalmente en la Península Ibérica, sobre todo en el sur de España y Portugal, aunque su presencia cada vez es más habitual en el centro peninsular, donde se encuentra Salamanca.

Es un animal de tamaño medio, con una longitud de entre 50 y 60 centímetros, a lo que hay que sumar su cola, que puede alcanzar los 45 cm. Su peso oscila entre 2 y 4 kg. Tiene un cuerpo alargado y esbelto, con patas cortas y una cabeza pequeña con hocico afilado. Su pelaje es denso y de color gris oscuro con tonalidades marrones. Es un animal diurno y se desplaza con rapidez gracias a su extrema agilidad.

El meloncillo es un carnívoro oportunista con una dieta variada que incluye pequeños mamíferos, aves, reptiles, insectos e incluso frutos. A menudo caza en grupo, una estrategia que le otorga una mayor eficacia y que ha generado inquietud entre los ganaderos, ya que estos grupos pueden atacar simultáneamente a varias presas. Aunque tradicionalmente se le consideraba un depredador menor, su impacto ha sido más evidente en regiones como Salamanca, donde se han reportado ataques recurrentes a explotaciones ganaderas en la provincia.

En los últimos años han aumentado las denuncias de ganaderos que aseguran haber sufrido pérdidas debido a los ataques de los meloncillos, especialmente en crías de terneras, ovejas y cabras. Este problema es especialmente grave en la ganadería extensiva, donde los animales pastan en grandes espacios abiertos y son más vulnerables a los depredadores. Algunos informes apuntan a que la presencia del meloncillo está aumentando debido a la reducción de otros carnívoros en la zona, lo que podría estar alterando el equilibrio ecológico y favoreciendo su expansión.

Aunque su impacto no es comparable al del lobo, cuya presencia también genera conflictos con la ganadería, los ataques del meloncillo han provocado que el sector agrario reclame medidas de control a las diferentes autoridades. Los ganaderos han solicitado la posibilidad de gestionar su población mediante métodos que no comprometan su conservación, pero que reduzcan su impacto en la producción ganadera.

Para minimizar estos ataques, se han propuesto diversas estrategias, como la instalación de cercados más seguros, el uso de perros guardianes y la intensificación de la vigilancia en las primeras semanas de vida de las crías. Sin embargo, debido a la astucia y la forma de caza en grupo del meloncillo, estas medidas no siempre resultan completamente efectivas.

Es necesario seguir investigando la magnitud del problema para determinar si es preciso establecer planes de control específicos o si se pueden aplicar soluciones alternativas que permitan la convivencia entre la ganadería y la fauna silvestre. La gestión adecuada del meloncillo deberá equilibrar la protección de la biodiversidad con la necesidad de garantizar la sostenibilidad de las explotaciones ganaderas afectadas.

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