OPINIóN
Actualizado 01/02/2025 10:01:50
José Fermín Rozas

Comentábamos el otro día un proyecto municipal en las orillas del Tormes, confiando que las prácticas selvícolas propuestas no descubran una de esas casuales plagas municipales trasuntando intervenciones jardineras en arboricidios sin medida, vista la experiencia. Pues le ha pasado a la Universidad, la tala anterior en Salas Bajas no ha atajado el “problema” y caen ahora otros 40, ¡qué mala suerte!. Es comprensible que el Ayuntamiento la imite, si la Universidad con medios como la Facultad de Ciencias Agrarias y Ambientales no logra salvaguardar mejor su arbolado.

Aunque sea un poco tonto el ejemplo, es una evidencia de la influencia de la Universidad en la ciudad. Ese arbolado maduro extiende sus beneficios más allá del espacio deportivo universitario, como el resto de los pertenecientes a esa institución. Según el libro sobre el Patrimonio Verde Urbano editado por la Diputación (ahora le obligan a cambiar una foto en la página 279), el origen exacto del álamo o chopo blanco es difícil de precisar, pero vinculado al entorno del Mediterráneo. Alcanza gran porte en pocos años, haciéndolo atractivo para conseguir sombra con prontitud.

Por supuesto enseguida nos informan de presteza en nuestra querida Universidad afrontando la repoblación con especies autóctonas, de lo cual se deduce que el chopo no es suficientemente nativo. Quizás pongan encinas impulsando una ganadería porcina, charra y universitaria ocho veces centenaria indudablemente de etiqueta negra. Por supuesto se debe renaturalizar la zona, confiemos en un mayor éxito evitando plagas futuras. Contar con un centro especializado en el tema, aunque sea desde la perspectiva de la educación, da confianza para logarlo. Como la de estos días.

El comúnmente denominado chopo comienza a ser especie en cierto peligro de extinción en nuestro municipio. Es lamentable cuente con tantos enemigos y continuas plagas. Desconozco el motivo por el cual nuestras autoridades políticas más cercanas, y académicas, parecen tener ojeriza a este árbol. No tanta cuando los plantaron. Es comprensible pongan todos los medios para evitar accidentes, que pueden llegar a ser muy graves, la vida humana es lo importante. Pero quizás una mejor gestión y un cuidado habitual de las plantas ayude también a reducir esas posibilidades.

Nadie duda de la existencia de árboles enfermos, es inevitable, y su edad y porte los puede volver peligrosos. Pero una institución científica debe actuar con más rigor, tener planes de actuación para no acabar de un plumazo con tanto árbol maduro, cuando nos insisten en su utilidad. Encima coincidiendo con una encuesta mostrando la creciente estupidez ciudadana al cuestionar la utilidad de la ciencia. Por supuesto en coordinación con el Ayuntamiento, dentro de una política forestal seria. Tenemos un Plan Especial de Protección de Infraestructura Verde y Biodiversidad (PEPIVB), ¿sirve para algo?

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