"La falta de logros en nuestros proyectos de vida no es la falta de oportunidad, es la falta de actitud, de compromiso y de la determinación de querer hacer para tener vida" (Juan Alberto España)
¡Sí dedicáramos tiempo y energía al círculo de influencia de nuestra vida, siendo proactivos en temas que podemos cambiar, éste sería cada vez mayor, se reduciría el círculo de preocupación y seriamos más felices y eficaces! Centrarnos en lo que podemos hacer es la única posibilidad que tenemos para actuar sobre el entorno. Cada uno de nosotros es un centro de energía a partir del cual puede ayudar a cambiar muchas cosas. No podemos evitar la incertidumbre que nos rodea, pero sí amortiguar la que influye en los demás y disminuir la que producimos nosotros. Cuando cambiamos, cambia también nuestro entorno y se genera aire puro, incluso, en medio de la más dura contaminación.
Con nuestros roles como ciudadanos y consumidores generamos derechos y también obligaciones. A veces perdemos de vista el hecho de que podemos influir en la sociedad: Con nuestro voto a un partido u otro; a través de las marcas y en las tiendas en las que compramos; en las series de películas que vemos; en la prensa, libros y revistas que leemos etc. Tenemos a nuestro alcance muchos medios en la que manifestarnos: la cultura, la formación, internet, la facilidad para viajar etc.
Todo esto se refiere a nuestra responsabilidad, a los derechos y deberes que tenemos como ciudadanos globales. La participación activa en asuntos públicos exige estar al día, buscar información rigurosa, reflexionar y tener criterio para opinar y actuar. También es parte de esta responsabilidad acudir a las urnas cuando se nos convoca, utilizar los instrumentos constitucionales para denunciar malas prácticas, y tomar decisiones responsables y justas en materia de consumo.
No se agota el rol político en el hecho de ir a votar cuando se requiera. Incluye participar, formarse criterio propio y opinar sobre los asuntos públicos de nuestra sociedad y del mundo. Lo mismo ocurre en el plano económico. Como productores y consumidores de bienes y servicios, tenemos una responsabilidad respecto a qué consumir y a ser económicamente productivos, también en el plano social tenemos influencia en nuestro entorno, contribuimos a humanizar o deshumanizar nuestra sociedad.
Sí olvidamos la dimensión social, nuestra visión quedará incompleta y acabaremos encerrados en un microcosmos. El desarrollo de nuestra personalidad debe tener impacto en la familia, en la empresa y por supuesto en la sociedad.
El ser humano, (aunque muchas veces no lo parezca) además de social y gregario, es también un ser histórico. Esto hace que la misión social se deba contemplar en el tiempo: somos receptores de una herencia que hemos de enriquecer y transmitir a futuras generaciones. Nuestra responsabilidad social no se agota en una acción esporádica, sino que incluye la creación y el fomento de las relaciones estables y duraderas, la dedicación a la familia y las buenas relaciones de comunidad. Para lograrlo, es imprescindible priorizar y seleccionar aquellos ámbitos en los que, por las circunstancias, nuestra aportación puede resultar especialmente valiosa. Así conseguiremos ser células sanas y activas en la mejora de nuestra sociedad.
Nos quejamos cotidianamente de lo mal que está todo, pero no nos interesan los asuntos públicos: no votamos, no participamos, en la vida de la comunidad… Eso sí, estamos a atentos a ejercitar la crítica más despiadada, a sacar cualquier subvención, ventaja o descuento que nos pueda beneficiar. Otra vinculación más intrínseca, se establece cuando principalmente buscamos pasarlo bien, o cuando participamos para sentirnos mejor: Por ejemplo, cuando realizamos determinada acción social. Hacemos voluntariado con el único fin de sentirnos mejor y aceptar el compromiso que se requiere. Cierto es que no son pocas las movilizaciones vecinales, las asociaciones, agrupaciones y voluntariados, con un estímulo social, y solidario donde el compromiso y la actitud sin mercantilismo, va tomando cuerpo. Pero en mi opinión, ¡¡hay que poner un poquito más… hombre… un poquito más…!
Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerías