Conocemos como son 24 horas del día en los campamentos, al recibir la visita de los españoles
La labor que realiza la Asociación Entre Dunas es encomiable. Ayudar sin recibir nada a cambio. Solidaridad, empatía y altruismo podrían ser los adjetivos que mejor les definen. Gracias a ellos los campamentos saharauis, y en especial los más pequeños, tienen viven con más esperanza.
Aunque Entre Dunas está en Salamanca, viajan una vez al año hasta los campamentos para estar con las familias y vivir de primera mano su realidad. Una realidad dura y difícil que nos cuentean, para que podamos sentirnos un poco más cerca y entenderlos mejor.
“El día a día en los campamentos es tranquilo, sin olvidar la lucha constante por la supervivencia en medio de las condiciones extremas en las que viven”, ya que se pueden llegar a alcanzar los 50 grados. Sin embargo, explican que “los saharauis son personas alegres y optimistas, que siempre intentan ayudar aún sin tener nada. Es una vida difícil, pero marcada por una fuerte sensación de unión y solidaridad. A pesar de sus dificultades, muestran siempre un espíritu de felicidad al recibir a los españoles”.
Los miembros de la asociación explican que a pesar de las dificultades con las que viven, “nosotros somos un regalo y nos tratan lo mejor que pueden, allá donde vamos nos dan regalos, nos echan sus mejores perfumes para darnos la bienvenida y siempre nos dan algo de comer y beber”.
Cuando realizan los viajes, los días allí comienzan con el desayuno. “Algo sencillo que siempre suele ir acompañado del ritual del té saharaui. El desayuno suele llevar pan, queso y a nosotros suelen ofrecernos café, ya que saben que los españoles tenemos la costumbre de tomarlo”.
Después, “solemos ir a realizar las diferentes actividades que tengamos programadas para el día, tanto visitas de centros educativos, como reuniones con los directores generales de los mismos o incluso la visitas a familias desfavorecidas (donde las clases suelen empezar pronto. Es una escuela básica con recursos bastante limitados como un libro para 3 alumnos). Todo ello mientras las mujeres de la casa se encargan de ponerlo todo en orden, como preparar la comida o cuidar a los niños”.
Tras la mañana y con el fin de las visitas o actividades del día “solemos volver a casa para comer, allí siempre nos reciben con la mejor sonrisa. Suelen comer cuscús, arroz o incluso carne (pollo o camello). Por las tardes solemos disfrutar de la familia, los vecinos o incluso ir a visitar amigos”.
Para terminar el día, cenan, que “siempre suele ser más ligera que la comida, y después solemos utilizar ese ratito para organizarnos en el día siguiente con las actividades y para disfrutar de una charla con los adultos de las familias, ya que los niños, después de toda la emoción y los juegos con los españoles, caen rendidos. Al acabar el día, dormimos todos juntos en una habitación, en el suelo, con mantas”, concluyen.
Un día a día muy diferente al que se vive en Salamanca, pero marcado por la solidaridad y la felicidad.