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CULTURA
Actualizado 25/05/2023 22:27:04
Charo Alonso

La colaboradora de SALAMANCA AL DÍA ha estado acompañada de Charo Alonso y Teresa Esteban en la librería Víctor Jara

Yo conocí a Concha Torres gracias a su tenacidad y a su primer libro de cuentos La chica de ayer con el que me contactó desde el Bruselas donde vive y trabaja como intérprete en la Unión Europea. Un libro que, tras la primera lectura apresurada, me devolvió con su estilo costumbrista, parco en palabras, sobrio y castellano, a mi propia infancia de niña de provincias. Y desde entonces la leo y la quiero, porque además de tenaz, es fiel a lo que ama y esa fidelidad le ha permitido escribir un segundo libro de relatos, La cuentos de la plaga y una novela breve y contundente, como ella, Vladimir no es un nombre de perro, publicada, como sus dos libros anteriores, en la Editorial Bohodón, sita en esta Sevilla que también son recuerdos de la infancia de la escritora.

El encuentro con Concha ha sido pródigo en alegrías y ambas lo sabemos en esta librería hospitalaria que es Víctor Jara. Las dos participamos de una antología de cuentos que nos ha dado muchas alegrías Contamos todas, 29 autoras de cuento de Castilla y León, coordinado por Celia Corral Cañas y escribimos columnas para Salamanca rtv al día. Las suyas con sabor a coles de Bruselas, porque para algo es una reputada intérprete de la capital Europea donde todo se cuece, una ventana abierta al mundo desde la raíz de esta Salamanca que lleva dentro, tanto, que quien la acompaña en esta presentación es Teresa Esteban, la profesora que, en los últimos años de instituto, enseñó a escribir y a leer aún más a una joven e inquieta Concha Torres.

Oficio de escribir y oficio de enseñar. Teresa Esteban insiste en la importancia de leer y escribir, ya que nuestro pensamiento es un acto lingüístico. De ahí su defensa de una educación lectora y escritora que enseñe a los alumnos el uso competente y ético de las palabras. Y lo dice quien, en los años 80, inició su tarea docente frente a unas alumnas vivas, inteligentes, plenas de alegría como lo era Concha Torres, quien a sus 16 años ganó un concurso de relatos y que siempre ha sido agradecida y muy cercana a su joven profesora, no dudando en pedirle consejo cuando comenzó su tarea de columnista en los años 90, que retomaría más tarde. Reconocimiento, agradecimiento, amistad y un vínculo afectivo y humano que nos emociona escuchando a ambas, maestra y aventajada alumna y que se resume en las palabras certeras de Teresa Esteban: “Nosotros plantamos una pequeña semilla que ella ha labrado y regado”, definiendo su escritura como “Plena de cordura, precisa, concisa”… precisamente, su mayor talento como columnista.

Habitante de un Bruselas multicultural que convierte en protagonista de su primera novela, Concha Torres tiene la misión de escuchar, no en vano es intérprete en la UE y quizás haya sido esta necesidad de precisión la que ha labrado su estilo costumbrista, realista, que refleja perfectamente usos, costumbres y ambientes que se desarrollan en los interiores de un piso burgués donde viven aparentemente en armonía un matrimonio y su perro. Un perro cuya voz es todo un hallazgo, la autora ha tenido que documentarse porque nunca tuvo ningún tipo de mascota. Un perro que es el vértice de esta trama muy bien llevada, aparentemente sencilla, de fantásticos diálogos y brochazos impresionistas que pintan caracteres diversos y vivos como la historia que cuenta Concha Torres, tomando el atentado del 2016 en el metro, aquel que supuso “el fin de la inocencia” para el pueblo de los belgas, como inicio y fin de un argumento bajo el que subyacen las preocupaciones de la autora. Unas preocupaciones que también aparecen en sus columnas y que pretende seguir trabajando desde la escritura, vivida según sus palabras, desde la alegría: la soledad, la vida en las ciudades, la falta sensibilidad de los habitantes de la misma, el racismo y la inmigración, que para ella, es el gran tema del siglo XXI.

Concha Torres vive de primera mano las grandes decisiones de una historia que se desarrolla justo a su lado, en la segunda ciudad más multicultural del mundo tras Dubai. Y tenemos el privilegio de sentir su mirada y su experiencia como nuestra cuando la leemos. Su novela tiene el mismo tono “con retranca” de sus columnas –que leía con mucho gusto otro destacado articulista, Don Alberto Estella- y nos ofrece un despliegue formal enormemente rico: el cambio de perspectiva, las diferentes voces, la acción que se desarrolla a lo largo del diálogo, el análisis de los sentimientos a través de pequeños gestos cotidianos que sitúan al lector en medio de un drama personal que esconde las inconsistencias de la vida moderna ¿Es aceptable, ético, sensato pelearse por la custodia de un perro?

Novela breve y contundente, sorprende al lector y le lleva de la mano a través de un Bruselas lluvioso y gris, y que al salir de la librería Víctor Jara nos regala aquí el agua deseada. Pocas veces una presentación logra emocionar tanto a los asistentes a la misma, porque entre las páginas de esta novela quedan, como una lección inolvidable, las palabras de Teresa Esteban recordándonos la importancia de enseñar a través de la literatura. Y el agradecimiento, justo y necesario, de una de sus mejores alumnas.

Charo Alonso.

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