De forma previa a la Ofrenda Floral, la ‘Virgen de los Niños’ fue procesionada por el Claustro de la Catedral
La Catedral de Santa María de Ciudad Rodrigo vivió en la mañana del sábado una de sus citas clásicas de esta época del año: la Ofrenda Floral a la Virgen María que promueve la Delegación Diocesana de Misiones con los niños mirobrigenses como protagonistas. Este acto de la Ofrenda, que fue presidido por el Obispo Civitatense, José Luis Retana, comenzó en el Claustro de la Seo, con la procesión por el mismo de la denominada ‘Virgen de los Niños’ (fue portada por alumnos del Seminario Diocesano, que asistieron a la conmemoración).
En esa comitiva, abierta por un estandarte de la Virgen, también ocuparon un lugar destacado varios niños con velas y otros elementos de distintos colores, simbolizando cada uno de ellos un continente. Tras ellos, procesionaron el coro y el resto de asistentes a la Ofrenda, portando todos ellos flores, explicándose al inicio del acto en la nave central que el objetivo era “presentar a la Virgen María la ‘flor de nuestra vida’”. El Obispo pronunció a continuación unas palabras antes de que Vidal Rodríguez Encinas diese lectura al Evangelio (también asistieron, ‘de paisano’, José María Rodríguez-Veleiro, Ángel Martín Carballo y Rafael Caño).
El acto continuó con una pequeña homilía del Obispo a la que siguió el momento central: la ofrenda de las flores en cinco maceteros (representando cada uno de ellos a un continente) a los pies de la imagen de la Virgen, que había sido colocada en el altar. Varios niños dieron lectura a unas peticiones (entre otras cuestiones se pidió por Felisa, una misionera fallecida en Burundi en abril), cantándose acto seguido el Padrenuestro.
Una de las colaboradoras de la Delegación, Mar Manzano, tomó la palabra para resaltar que “en los niños se asienta el futuro, la Iglesia que vendrá”, expresando que “hemos venido a decirle a María cuanto nos quiere”. Asimismo, mencionó el Día de la Madre que tendrá lugar este domingo, pidiendo un aplauso para todas ellas. La Ofrenda se cerró con la bendición por parte del Obispo, quién repartió al salir a todos los asistentes piruletas con el lema María es dulzura.