UNIVERSIDAD
Actualizado 17/07/2022 09:23:25
Elena Esteban

Mery vive con una familia de 'acogida' salmantina y asegura que en la ciudad siempre se siente "segura"

Mery es canadiense, tiene 21 años y estudia Desarrollo Internacional. Como el resto de los 2.079 estudiantes extranjeros que pasarán el verano en los Cursos de Verano de la USAL, escogió la capital charra para aprender español. Cuenta que siempre quiso viajar a España. Cuando su Universidad de origen le ofreció Salamanca como destino, hizo una búsqueda en Internet y se enamoró de las fotos de la ciudad.

Los estudiantes extranjeros pueden elegir entre alojarse en una residencia o con una familia ‘de acogida’ española. Ella eligió la segunda opción y desde el primer día se sintió “como en casa”. Lo que más le ha chocado son los horarios de las comidas. Si en Canadá cenaba a las 17 horas, en Salamanca lo hace a las 22. Adaptarse a lo demás le ha resultado “muy fácil”, especialmente a las siestas. Asegura que “todas las personas aquí son amables”.

Antes de venir le preocupaba la posible delincuencia, porque había escuchado que en algunas de las grandes ciudades españolas se cometían muchos robos. Ahora, destaca la tranquilidad de Salamanca: “puedo caminar a cualquier hora y sentirme segura”. Dice que no es capaz de decir qué monumento le gusta más, “puedo tener una foto de cualquier cosa aquí y es bonito”, aunque las catedrales le han encantado.

Las razones para aprender español

Hay muchos motivos para priorizar el aprendizaje del español. Mery tiene ascendencia chilena pero en su casa siempre han hablado en inglés, por lo que no podía comunicarse con los tíos y primos que se habían quedado en Chile. Una vez falleció su abuelo, decidió que no podía seguir ignorando el idioma que le conectaba con su familia, y comenzó a estudiarlo para llegar a conocer a su abuela.

En su rutina como estudiante de los Cursos de Verano va por las mañanas a clase, tiene cuatro en español. Lo más difícil del idioma para ella son las conjugaciones, y con quien más las practica es con su familia de acogida, a la que ve a la hora de comer. Por las tardes recorre la ciudad con las amigas internacionales que ha hecho gracias al programa lingüístico. Al anochecer se convierte en una más de los jóvenes que disfrutan de la noche de fiesta que caracteriza la urbe universitaria.

Admite que aunque el viaje de 5.620 kilómetros que separa Kinsgston, su ciudad en Canadá, de Salamanca le ponía nerviosa, tenía las expectativas altas. Por eso está sorprendida de ver cómo en cuestón de semanas la experiencia las está superando con creces. Todavía le quedan alrededor de seis semanas en la ciudad pero "el tiempo pasa rápido", por lo que tiene ganas de aprovecharlo.

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