Epicentro de la convivencia vecinal en la calle durante la noche del 23 de diciembre, forma parte de su identidad más profunda
Penamacor, villa rayana lindante con la española Sierra de Gata, es conocida en Portugal con el sobrenombre de Vila Madeiro, debido a una tradición navideña que ya forma parte de su identidad. Cada 23 de diciembre, poco antes de la medianoche, es prendido el Madeiro, una pila de troncos de gran dimensión colocada junto a la iglesia de Santiago, del siglo XVI, el principal templo de la localidad.
En el Portugal rural, sobre todo, en las Beiras y otras regiones del interior, es tradicional encender en la noche del 24 el Madeiro de Natal, después de la cena de Nochebuena. Tras la Misa del Gallo, los vecinos se calientan y se juntan alrededor de la hoguera para cantar villancicos, beber jeropiga, aguardiente u otros licores tradicionales, en un momento de confraternización que ya es un ritual.
La luminosidad que desprende la hoguera es un símbolo de la victoria de la luz sobre la oscuridad, marcado por el solsticio de invierno.
En Penamacor, sin embargo, se da la particularidad de que la llama del Madero se prende cinco minutos antes de la medianoche del 23 de diciembre, y no del 24, permaneciendo encendida hasta el final de la tarde del día de Navidad. Durante casi 48 horas la pila de troncos calienta e ilumina la villa y a sus gentes.
La convivencia que surge en torno al Madero en Penamacor, desde la recogida de la leña, su transporte hasta la villa, su colocación formando una enorme montaña de troncos y la animación vecinal en la calle durante la víspera de Nochebuena, han merecido la atención de estudiosos de la región.
El mes de diciembre es momento alto en el calendario festivo de este concejo rayano, que ha sabido reconocer el valor que este evento ha tenido y tiene en la conformación de la identidad de su comunidad, hasta considerarlo uno de los mayores baluartes de su idiosincrasia. Por este motivo, Penamacor aspira a inscribir su Madeiro en el Inventario Nacional de Patrimonio Cultural Inmaterial de Portugal.
“Costumbre”, “orgullo”, “algo importante”, “convivencia social”, “deber cívico”, “obligación”, así han definido en pocas palabras muchos residentes de las 12 feligresías del concejo lo que para ellos y ellas significa el Madeiro de Natal. La recogida de testimonios efectuada incluye también cantares y versos antiguos relacionados con esta festividad.
“La llama de la tradición”, como reza el eslogan del concejo, es la llama de un territorio orgulloso de su particular forma de vivir la Navidad, donde la confraternización según antiguos ritos, es elemento clave.
En estos días y hasta el mes de febrero de 2022, la exposición “Madero: Patrimonio e Identidad” puede visitarse en el Museo Municipal de Penamacor. De una forma sencilla, en ella se exponen testimonios de jóvenes y mayores, que relatan lo que supone para ellos esta fiesta.
Podemos descubrir cómo se vivía antes la celebración. Muchos de los más mayores aseguran que el Madeiro era robado, en una época en la que la propiedad privada guardaba con celo todo lo que se producía en el campo y todas las tierras estaban trabajadas.
Hoy se usan restos de podas y ejemplares muertos. Muchos de ellos, son alcornoques, árbol que abunda en la vertiente sur del territorio. El corcho forma parte de la actividad económica del concejo.
En la misma exposición también podemos conocer las recetas gastronómicas de la comarca asociadas a la época natalicia, como el Bacalhau com Todos, las Farófias o los Borrachões.
Penamacor: Vila Madeiro
La pila de troncos de varios metros de altura fue depositada el 7 de diciembre por la Malta del 2001 delante de la fachada de la iglesia de São Tiago, en el centro de la localidad. Los chicos y chicas nacidos ese año en el concejo pueden participar en un ritual que se inicia con cantares, en el campo, trascurre con cantares mientas se lanzan ramos de naranjo y naranjas, en el Desfile del Madeiro por las calles de Penamacor y continúa siempre con música.
Un simple acordeón o unos bombos, para animar a las personas en la calle. La solemnidad del Convento de San Antonio, para acoger las voces corales de los Cantares ao Menino.
Las canciones de la época navideña son interesantes desde el punto de vista etnomusicológico, pues a través de ellas conocemos cómo vivían las sociedades antiguas estas festividades, tan importantes en la religión cristiana como en la sabiduría pagana.
Reserva Natural y Geoparque de la Unesco
Integrado en una zona con gran diversidad biológica, el territorio natural del concejo de Penamacor está doblemente protegido: por el Geoparque Naturtejo de la Unesco y por la Reserva Natural de la Serra de Malcata, dentro de la Red Natura 2000.
Entre montañas pobladas de bosque al noroeste y noreste del concejo, al mediodía, por el contrario, se extiende la campiña de verdes praderas, lo que se podrá apreciar eligiendo alguno de los muchos miradores naturales con que cuenta la villa, como el Jardín de la República, el de la Plaza de Doña Bárbara o los existentes en el Cimo de la Vila, junto a la muralla.
En un conglomerado de empinadas calles estrechas, surgidas como burgo medieval al amparo de la muralla, casi cualquier alto constituye una atalaya con vistas. Al pasear por estas adoquinadas calles, veremos los frutos de naranjos y limoneros desbordando las cancelas de los jardines y huertos domésticos.
Antigua plaza fuerte de frontera
Por su localización estratégica junto a la frontera, Penamacor se perfiló desde los comienzos del reino de Portugal como una de las plazas fuertes imprescindibles para la defensa de la nación. Con el Fuero del rey D. Sancho y la repoblación de este territorio, el castillo de Penamacor tuvo un papel preponderante en los diferentes momentos de ataque ejercidos contra el incipiente reino de Portugal.
Como vestigios de esta importante misión, queda hoy un trozo de muralla medieval, con la puerta de entrada a la antigua ciudadela -la Puerta de la Villa-, y la Torre del Reloj. En la contigua zona extramuros, destaca la iglesia de la Misericordia, de bonito pórtico manuelino y el Pelourinho.
Penamacor es una típica villa fronteriza de la Beira Baixa, con unos 2.000 habitantes en la capital y unos 5.000 en la totalidad del concejo. Su estilo de vida, auténtico, tranquilo y pegado a la naturaleza, ha hecho que sea elegida por nuevos moradores procedentes de más de una docena de países, principalmente del centro de Europa y Reino Unido, que aquí han venido a vivir y trabajar, a una tierra con fuertes tradiciones.