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El espíritu de la Plaza de Colón, hoy, es ése que dicta que, en nombre de España se puede dividir a los españoles. En nombre de España, se puede criminalizar a la mitad de los españoles. En nombre de España, se desea acabar con la forma de pensar (y algunos van mucho más allá) de la mitad de los españoles.
El espíritu de la Plaza de Colón, hoy, es rancio (como el de ayer), excluyente (como el de ayer), impositivo (como el de hace 85 años).
El espíritu de la Plaza de Colón no es unitario, ni tiene un destino asumible, ni es, en absoluto, universal. Por más que muchos añorantes sigan viéndolo como Unidad de Destino en lo Universal.