A. P. Alencart, con la bandera brasileña pintada por Miguel Elías usando las páginas de la novela 'Caldeirao', de Cláudio Aguiar
Dejo conocer mi poema 'Brasil', escrito hace 23 años, tras una visita a Pernambuco, la tierra de mi abuelo Pedro de Alencar. Este texto ha sido traducido al portugués por el jurista y poeta David Leite, doctor por Salamanca. En él comienzo afirmando que lo mío no es ver esa tierra como un turista más, sino volver sintiendo los orígenes.
BRASIL
No deseo verte
sino sentirte mientras palpo tanta tierra tuya,
bien caliente aún temprano
donde nacen los ríos que escucho a mi espalda
y brotan las hojas y los árboles crecen deprisa
por esas tormentas de siempre
en todas partes, menos en el Nordeste
donde está el osario
de mi Alencar ciñéndome a tu suelo, emigrante
desde que empezó la sed,
cuerpo sobreviviente con parte de su sangre
asumiendo el nombre tuyo en la garganta,
nombre no de Patria ni de Tierra
Prometida:
(eso ya lo dice todo el mundo).
Creo que hoy, cuando te siento,
mi pecho se abre a lluvias
y sequías
para mostrar la vieja llave guardada en la diáspora.
O más bien, ¿no será mi saudade la que ondea
-en el pico de un guacamayo-
camino al centro de tu mestizo corazón?
Que otros vayan viendo tu epidermis:
yo quiero taparme los ojos con un sombrero de paja,
echado en el suelo para recibir la brisa del mar,
saboreando los abacaxis que venden en Janga,
sin tópicos que ahoguen mi aventura,
ni grasientas palabras desfallecientes
oídas en su falsa historia.
Yo quiero sentir tus cosas como un juramento
de pan y barro
y susurros de la tierra debajo de mis pasos
que aceleran hasta quedarse quietos
ahora que lo siento todo.
Digo: "Xapuri o Crato, Guajará-Mirim o Exú",
y logro fusionar la selva y el sertão.
Converso con José Martiniano y él acepta
que su novia Iracema baile conmigo
en las arenas de Boa Viagem, entre la cuajada luz
de la luna y el adivinado perfil de África.
Digo "¡Tío Raulino!" y aparecen
mis sobrinos Huirá, Tainá y Raoní
con una foto del pariente enterrado en Curitiba.
Nada termina a la deriva por el cielo de este aliento.
Nada me hace traficar con la faz
de mis ancestros.
Oh lluvias, laven a gusto mi corazón trashumante
y aplaquen la quemadura de este espíritu
libre de otras confesiones.
Que nadie diga de mí que estoy ciego
por el sol de estas tierras,
y que estoy como buscando sombras
dentro de un sueño.
Yo no deseo verte, Brasil:
deseo que hiervas en mis labios sin bagunçar
y me derrames tu polen sin cacarejo,
y oigas el adiós de mis olvidos
porque esta voz ya no se te irá con la bruma
ni se refugiará en la alta copa oscura
de alguna medianoche.
Así regreso a ti una caliente Navidad,
assumido
que tú no eres mi Patria ni mi Tierra Prometida
y que por ti no tengo que cantar
con una máscara sucia
ni disfrazarme de acreano o cearense
de habla atrapalhada.
Tú,
Brasil,
eres algo mío
que sigue creciendo
en los relámpagos de mi infancia.
(a Celia Salsa y Cláudio Aguiar)
Pintura de Ed de Oliveira
BRASIL
Não desejo ver-te
mas sim, sentir-te enquanto apalpo tanta terra tua,
bem quente ainda cedo
donde nascem os rios que escuto às minhas costas
e brotam as folhas e as árvores crescem depressa
por essas tempestades de sempre
em todas partes, menos no Nordeste
onde está o ossário
de meu Alencar ligando-me a teu solo, emigrante
desde que começou a sede,
corpo sobrevivente com parte de seu sangue
assumindo teu nome na garganta,
não nome de Pátria nem de Terra
Prometida:
(isso todo mundo já disse).
Creio que hoje, quando te sinto,
meu peito se abre às chuvas
e secas
para mostrar a velha chave guardada na diáspora.
Ou melhor, não será minha saudade que acena
? no bico de uma arara -
caminho ao centro de teu mestiço coração?
Que outros sigam vendo tua epiderme:
eu quero tapar-me os olhos com um chapéu de palha,
deitado no chão para receber a brisa do mar,
saboreando os abacaxis que vendem em Janga,
sem tópicos que afoguem minha aventura,
nem gordurosas palavras desestimuladoras
ouvidas em sua falsa história.
Eu quero sentir tuas coisas como um juramento
de pão e barro
y sussurros da terra debaixo de meus passos
que aceleram até ficarem quietos
agora que o sinto todo.
Digo: "Xapuri ou Crato, Guarajará-Mirim ou Exú",
y consigo fundir a selva e o sertão.
Converso com José Martiniano e ele aceita
que sua noiva Iracema dance comigo
nas areias de Boa Viagem, entre a coalhada luz
da lua e o imaginado perfil da Africa.
Digo "Tio Raulino!" e aparecem
meus sobrinhos Huirá, Tainá e Raoni
com uma foto do parente sepultado em Curitiba.
Nada termina à deriva pelo céu deste alento.
Nada me faz traficar com a imagem
de meus ancestrais.
Oh chuvas, lavem abundantemente meu coração errante
e aplaquem a queimadura deste espírito
livre de outras confissões.
Que ninguém diga de mim que estou cego
pelo sol dessas terras,
e que estou buscando sombras
dentro de um sonho.
Eu não desejo ver-te, Brasil:
desejo que borbulhes em meus lábios sem bagunçar
e me derrames teu pólen sem cacarejo,
e escutes o adeus dos meus esquecimentos
porque essa voz já não irá com a bruma
nem se refugiará na alta copa escura
de alguma madrugada.
Assim regresso a ti em um cálido Natal,
assumido
que tu não és minha Pátria nem minha Terra Prometida
e que por ti não tenho que cantar
com uma máscara suja
nem disfarçar-me de acreano ou cearense
de fala atrapalhada.
Tu,
Brasil,
és algo meu
que segue crescendo
nos relâmpagos de minha infância.
(a Celia e Cláudio Aguiar)
David Leite y Alfredo Pérez Alencart en el Campus Unamuno de la Universidad de Salamanca