OPINIóN
Actualizado 07/08/2020
Alfredo Pérez Alencart

Joaquín Marta Sosa

Dejo conocer un poema ambientado en Salamanca, escrito por Joaquín Marta Sosa (Nogueira, Portugal, 1940), poeta y narrador, además de periodista, ensayista y crítico. Profesor universitario de Literatura y Ciencias Sociales y Políticas en la Universidad Simón Bolívar de Caracas, con el rango de profesor titular, donde fue también miembro de su consejo directivo y decano de Estudios Generales. Ejerció como presidente de Venezolana de Televisión (VTV), canal público de televisión, así como de director de El Diario de Caracas. Hasta la fecha, ha publicado catorce poemarios, entre los que están Anunciación(1964), Proverbiales (1969), Para la memoria del amor (1978), Sol cotidiano (1981), Dicen los atletas (1997), Oscuro sol de los puertos (1998), Territorios privados (1999), Las manos del viento (2001), Domicilios del mar (2002), El río solitario (2004), Amares (2007), Gangia (2010) y Campanas de Nogueira (2010). Sus poemas han sido traducidos al portugués, al italiano, al alemán y al coreano. Como ensayista, ha publicado, entre otros, los libros Sociopolítica del arte y la literatura (1978), La ecología literaria como responsabilidad del escritor (1981) y El Estado y la educación superior en Venezuela (Caracas, 1984). Fue jurado en el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío (Nicaragua, 1982) y en otros premios literarios nacionales e internacionales. Es miembro de la Directiva de la Fundación para la Cultura Urbana, y Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, donde tomó posesión del sillón E el 12 de julio de 2010 con el discurso titulado Navegaciones y sueños de una a otra lengua, en el que expuso su visión sobre la creación literaria.

Foto de José Amador Martín

LI PO ME EMBRIAGA EN SALAMANCA

en el local la música atronaba

mientras los comensales

silenciosos

pedían sus platos

como si estuviesen a punto

de emprender un viaje a la tristeza

en el local la música atronaba

mientras mujeres bellas, algunas,

y hombres callados, todos,

veían sus alimentos

con ojos atados a ese mediodía

de manada dispersa,

olvidados del futuro y del alma

de pronto, por la calle pasó ella,

pasó por mi lado,

se detuvo

con toda la luz

empapando sus dientes blancos

y la sonrisa abierta

se detuvo

y vino como un barco del cielo

que acabara de nacer

en esa plaza que es mayor

no dejes de recordar

cuando recorras Salamanca

con una copa de vino, y más,

me lo dijo Li Po en ese lugar y día,

estas apariciones, y otras,

son frecuentes

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