Entrada de la localidad fronteriza de Vilar Formoso/ Fotos: MARTÍN-GARAY
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PORTUGAL
Actualizado 01/06/2020
Raquel Martín-Garay

Con la hostelería y el comercio nuevamente abiertos desde el 18 de mayo, la realidad para muchos es que, sin españoles, no tienen apenas actividad

Desde la medianoche de aquel lunes 16 de marzo, cuando España y Portugal procedieron al restablecimiento de la frontera terrestre, los habitantes de ambos lados han vivido momentos de incertidumbre. Diversos horizontes se han sucedido. Desde el recelo inicial, sobre todo por parte de Portugal hacia lo que venía de España -donde la situación sanitaria derivada de la COVID-19 era bastante más grave-, hasta el momento actual, donde el mayor control de la propagación hace que portugueses y españoles anhelen el retorno de los vecinos.

Al término de esta publicación, la única certeza es que la frontera entre España y Portugal permanecerá cerrada hasta el 15 de junio. Con normas y escenarios que cambian cada día, todo puede variar en cualquier momento. Portugal negociaba con España el establecimiento de varios corredores para que sus nacionales residentes en países de la Unión Europea pudiesen visitar a sus familias en Portugal este verano cuando Pedro Sánchez anunció la apertura de fronteras el 1 de julio.

Solamente entre Francia, Suiza, Alemania y España viven un millón de portugueses. Los salmantinos y estos emigrantes portugueses, que regresan a miles durante los meses estivales, salvan el año de muchos negocios del interior portugués. Las empresas de la Raya se retroalimentan con consumidores de ambos lados durante todo el año. Particularmente, la hostelería, los establecimientos de alimentación, las gasolineras y el pequeño comercio.

"Este virus ha hecho absurda la clasificación humana del territorio"

Portugal y España habilitaron nueve pasos fronterizos para organizar el flujo de trabajadores trasfronterizos y mercancías, los únicos que han podido seguir moviéndose. Trabajadores y empresas de comarcas salmantinas y portuguesas situadas al norte o al sur de este punto se han visto obligados durante los dos últimos meses a añadir kilómetros y tiempo para pasar por el control de frontera más próximo, el Punto de Paso Autorizado (PPA) de Fuentes de Oñoro-Vilar Formoso.

Desde este lunes 1 de junio se autoriza, además, el paso en horario restringido entre los habitantes de seis localidades fronterizas debido a su singular relación de vecindad: Rihonor de Castilla (Zamora) y Rio de Onor (Bragança); Calvos de Randín (Ourense) y Tourém (Vila Real); y Encinasola (Huelva) y Barrancos.

El virus que volvió a separar vidas

Francisco Sánchez es un enfermero salmantino que vive en Robleda y trabaja en Penamacor. Para minimizar el riesgo de convertirse en un trasmisor del virus decidió no pasar diariamente la frontera y quedarse en Penamacor.

"Soy un trabajador trasfronterizo responsable con el bienestar colectivo en situación pandémica", dice Francisco para SALAMANCA AL DÍA. Unida a la responsabilidad profesional, estaba el aumento de kilómetros y de tiempo de viaje al tener que ir de Robleda a Fuentes de Oñoro y de ahí a Penamacor.

Alejado de la familia y tras semanas de intenso trabajo, ahora hace balance, cansado pero satisfecho, de la decisión tomada: "no han sido fáciles estos meses, pero no quería transformarme en un problema".

Francisco opina que, aunque con aceptación, se está viviendo una situación extraña en la Raya, donde la línea estaba desdibujada hacía mucho tiempo.

"Este virus ha hecho absurda la clasificación humana del territorio. Ha alejado a rayanos que diariamente convivían y, sin embargo, continuó permitiendo al principio la llegada de nacionales que solo frecuentan esta zona en vacaciones, por el mero hecho de ser considerados iguales, cuando tal vez están más unidas las gentes de Valverde del Fresno y las de Penamacor que los habitantes de estas dos zonas con los de Madrid y Lisboa respectivamente, con lazos comerciales, sociales y educativos casi diarios".

El ministro del Interior portugués, Eduardo Cabrita, visitó el pasado 22 de mayo el Centro de Cooperación Policial y Aduanera (CCPA) situado en la frontera de Vilar Formoso, para apoyar el trabajo desempeñado por el Servicio de Extranjeros y Fronteras (SEF) y la Guardia Nacional Republicana (GNR) junto a sus homólogos españoles.

El ministro anunció un alivio progresivo de los controles fronterizos a partir de ahora. "Vamos a valorar la alteración de este escenario, tanto en las fronteras aéreas como terrestres".

Eduardo Cabrita destacó la eficacia en la actuación conjunta, lo que permitió comenzar a controlar la frontera sólo ocho horas después de la toma de decisión. "Un caso ejemplar de coordinación en el control de una frontera interna, como así lo ha reconocido la Comisión Europea", señaló el ministro.

En estos dos meses, casi 200.000 vehículos de mercancías han pasado por alguno de los nueve puestos de paso y la fiscalización se ha servido de alguna tecnología, como los drones. Los tiempos de espera nunca superaron los 15 minutos, según aseguró el ministro.

El presidente de la cámara municipal de Almeida, concejo donde se integra la localidad de Vilar Formoso, informó a SALAMANCA AL DÍA que con las restricciones a la circulación fronteriza "el tráfico de ligeros disminuyó drásticamente". António Machado es partidario de una reapertura "cuando las condiciones sanitarias lo permitan con seguridad, pero lo más rápidamente posible".

Estas localidades portuguesas fronterizas son muy dependientes del turismo y de los intercambios comerciales de proximidad, por lo que se están resintiendo del mantenimiento de cierre de frontera más allá del inicio de la desescalada, que se está llevando a cabo tanto en Portugal, -donde comenzó el 4 de mayo-, como en España.

"La apertura de fronteras es esperada con mucha ansiedad. Ciertamente, las restricciones impuestas por las nuevas reglas obligan a ser resilientes y a adaptarnos a la situación", pone de relieve el alcalde de Almeida.

Los trabajadores del SEF que llegaron a Vilar Formoso han sido, precisamente, los que han ayudado a mitigar parte de las consecuencias económicas de la pandemia al Hotel Lusitano, uno de los negocios locales, alojándose allí desde su llegada hace más de dos meses.

"Estamos ansiosos porque abran la frontera. Necesitamos urgentemente que vuelvan los españoles"

Por su parte, la Quinta do Prado Verde, otro negocio hostelero de la localidad, cerró sus puertas el 18 de marzo, pero ha podido continuar dando de comer diariamente a los más de 60 operarios que trabajan en la construcción del último tramo que enlazará las autovías A-62 española y A-25 portuguesa. La comida ha sido servida en la modalidad para llevar, la única opción permitida hasta el 18 de mayo.

Las obras han continuado todo este tiempo, pero la inauguración, anunciada para este verano, parece que se retrasará hasta diciembre.

Este complejo hostelero, formado por jardines, cinco apartamentos y restaurante, fue abierto a las afueras de Vilar Formoso hace 19 años y vive de la clientela española. "A diario, el 60% de nuestros clientes son españoles, pero los fines de semana mucho más" explica el propietario, Fernando Marques.

De los 14 empleados con que cuenta la quinta, siete permanecen en lay-off, cuya vigencia terminará a finales de junio. El restaurante volvió a abrir puertas el pasado 18 de mayo, con 50% de aforo, medidas reforzadas de higiene y nueva distribución de mesas para cumplir con las normas de la Dirección General de Sanidad de Portugal. Dispensadores de gel hidroalcohólico a la entrada, pantalla divisoria en cada mesa y en la barra son algunas de las novedades que encontrarán los salmantinos cuando puedan volver.

"Estamos ansiosos porque abran la frontera. Necesitamos urgentemente que vuelvan los españoles", admite Fernando Marques. Su negocio tiene capacidad para grandes grupos, pero con las fronteras cerradas y numerosas bodas, comuniones o bautizos aplazados, el dueño no espera servir grandes banquetes en los próximos meses. "Sé que el próximo año será un buen año", pronostica, tal vez por ello, Fernando Marques.

La nueva realidad que no sabía de fronteras

El interior portugués ha sobresalido por tener muy pocos casos de infectados en relación a la media de Portugal, donde en general el contagio ha sido menor que en España.

Entre los concejos de Sabugal, Almeida y Figueira de Castelo Rodrigo suman casi 2.000 km2 de superficie en la que se dispersan casi 140 núcleos de población organizados en 56 ayuntamientos. Con una población conjunta de unos 25.000 habitantes, la pandemia a día de hoy deja menos de diez contagiados y ningún fallecido.

Ahora los tranquilos territorios interiores vislumbran una oportunidad de renacer, aprovechando la desventaja que hasta hace solo tres meses suponía la baja densidad demográfica.

"La nueva realidad puede ser una oportunidad de revitalización económica y social para nuestra Raya"

Así lo ve António Robalo, presidente de la cámara municipal de Sabugal, un concejo rayano con el suroeste de la provincia de Salamanca. "En tiempos de 'normalidad' intentamos hacer de la frontera un espacio de oportunidades, escogiendo lo mejor de España y lo mejor de Portugal. Hoy estamos limitados en nuestras opciones. Cuando la pandemia termine, lo hará para todos", confía Robalo.

El nuevo paradigma parece brindar una oportunidad ligada a un concepto de turismo sostenible y de calidad y al establecimiento de nuevos residentes alineados con un determinado estilo de vida.

"Por ser un espacio rural de baja densidad demográfica, creo que la nueva realidad puede ser una oportunidad de revitalización económica y social para nuestra Raya", afirma.

Aseguran los alcaldes rayanos que los programas de desarrollo que mantienen con entidades de Castilla y León no han cesado durante estos meses. Almeida y Ciudad Rodrigo están preparando una campaña de promoción turística conjunta a través del Consorcio de Ciudades Amuralladas.

Sabugal ha mantenido reuniones virtuales sobre los proyectos de digitalización de la comunidad rural y conservación del patrimonio.

Han continuado las reuniones técnicas y políticas para el establecimiento de una Eurociudad en la región Centro de Portugal y otra en Castilla y León, que se encontraría ya en su fase final.

El reencuentro

En todas las localidades rayanas los españoles constituyen el mayor porcentaje de clientela de los restaurantes, principalmente los fines de semana. Algunos ya se han especializado en aquello que éstos más demandan, como hizo Dulce Centeno con su 'cataplana de marisco', el plato más solicitado por sus clientes salmantinos.

Dulce Centeno dirige desde hace 18 años la Estalagem Falcão de Mendonça, una hospedería situada en Figueira de Castelo Rodrigo, con 11 habitaciones, restaurante y piscina, donde los fines de semana de todo el año lo habitual es que el castellano sobresalga entre el portugués en las conversaciones que se escuchan paseando por el comedor.

De sus cuatro empleados, ahora dos están en lay-off. Abrió cuando pudo volver a hacerlo, el pasado 18 de mayo. Tiene algunos clientes portugueses en el hotel porque ya tenían reserva y no quisieron cancelar. Sin embargo, el restaurante permanece vacío. "Aunque me permitan abrir, si no tengo clientes tendré que cerrar", señala Dulce Centeno, asegurando que "si no pueden volver españoles y franceses este verano, no abriré".

El presidente de la cámara municipal de Figueira de Castelo Rodrigo, Paulo Langrouva, admite que el turismo ha sido el sector económico del concejo más duramente afectado por la pandemia y sus efectos permanecerán por un tiempo. "Cuando esto pase, el sector necesitará de un gran aliento para regresar a la normalidad", declaró Paulo Langrouva.

El reencuentro es anhelado por salmantinos y portugueses de la Raya, que enfrentan un nuevo escenario, entre el pesimismo aconsejado por la experiencia y el optimismo apuntado por la esperanza, en un nuevo contexto donde desean que perviva solo lo mejor de la antigua normalidad.

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