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Con dudas, pero con esperanza, confiábamos en un presidente que deshiciera esas políticas que empobrecen a los muchos enriqueciendo a los de siempre. Esas medidas que nos resultaban incomprensibles.
Un ejemplo claro está en el impuesto al sol: una manera indecorosa de premiar a las eléctricas castigando a los particulares.
Nada. De momento, nada. Y, según las trazas que vamos viendo, en los próximos meses, nada.
¿Decepción? No, realidad. Que el Partido Socialista ha sido siempre experto en decir lo que quieren escuchar nuestros oídos, pero hacer lo que ordenan las grandes multinacionales.
Habrá que seguir esperando a que llegue alguien con ganas de gobernar para beneficio de sus votantes y no de cuatro mangantes (digo magnates).