Hoy es siempre todavía. Hoy hace setenta y nueve años que murió el poeta lejos del hogar, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.
Se murió, pero no se fue. Se quedó para siempre con nosotros, de mar a mar, recordándonos la gracia de tu rama verdecida, la soñada miel del amor tardío, enseñándonos a amar los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón, animándonos a adivinar la tercera cosa entre el vivir y el soñar.
Setenta y nueve años sin él; casi ciento cuarenta y tres años con él. Con el poeta que desafía el tiempo. Porque él nos mostró, nos muestra en este instante, que hoy es siempre todavía. Y hoy es más siempre y más todavía.