Parece que algún gran artista -¿Dios?- hubiera dibujado en el inabarcable papel del cielo esa silueta de la montaña sagrada. Porque siempre sus trazos son esenciales y hermosos. Como ocurre aquí, en esta elevación ofrecida a las alturas, a esos azules c
Parece que algún gran artista -¿Dios?- hubiera dibujado en el inabarcable papel del cielo esa silueta de la montaña sagrada. Porque siempre sus trazos son esenciales y hermosos. Como ocurre aquí, en esta elevación ofrecida a las alturas, a esos azules celestes, tintados asimismo con trazos de estelas transoceánicas de aviones. Todo aquí está ofrecido: también la melodía de los montes y los bosques. Todo aquí es
esencial. Pues ningún gran artista suele detenerse jamás en lo accesorio. Es la mejor belleza.
José Luis Puerto (Texto) / Ángeles Rebollo (Fotografía)