CIUDAD RODRIGO | Intervinieron el carpintero Javier Hernández y la artista del patchwork Ainhoa Alcolea
Cáritas Diocesana de Ciudad Rodrigo celebró en la tarde del viernes la quinta y última sesión de sus VI Conversaciones en La Colada, que han estado dedicadas "al futuro". La última jornada se abrió con la intervención del economista Nacho Duque, joven que trabajaba en una gran empresa y que decidió dejarlo todo para enrolarse en la ONG www.exodo.org, con la que ha estado en varios países del mundo.
Tras el habitual descanso, fue turno para las experiencias de buenas prácticas, participando dos personas que están trabajando en actividades artesanales en pueblos de la comarca mirobrigense: el carpintero Javier Hernández y la experta en patchwork Ainhoa Alcolea.
La experiencia de un carpintero de familia
En primer lugar intervino Javier Hernández, quién explicó que en la actualidad está trabajando con su hermano en el taller que tienen en su localidad natal, en La Encina, donde está "muy a gusto", teniendo su propio establecimiento y disfrutando de "tranquilidad para trabajar", por lo que "no lo cambiaría por otro sitio".
Según indicó, estudió en el Seminario Diocesano ESO y Bachillerato, tras lo cual decidió no ir a la Universidad y seguir con el oficio familiar en el que ya trabajaban su padre y su hermano, la carpintería, haciendo el Grado Medio de la especialidad en el IES Tierra de Ciudad Rodrigo, y el Grado Superior en Hervás (Cáceres).
Javier Hernández añadió que intervienen en obras grandes pero que también hacen muebles a medida, así como otros elementos de "hobbies", como guitarras o violines. Según apuntó, lo más difícil es "ser autónomo; aunque no trabajes, sigues pagando".
La aventura del patchwork desde Morasverdes
A continuación, fue turno para la intervención de Ainhoa Alcolea, con una trayectoria vital diferente: originaria de Madrid, se trasladó a Salamanca a estudiar Bellas Artes. Al acabar, decidió dedicarse a pintar, ganando un premio con el cual "le cayó el peso en la espalda". Como le daba un poco igual donde pintar, decidió trasladarse a Morasverdes, ya que su pareja era de allí (además de sus abuelos).
A partir de ese momento hizo un poco de todo, regentando un bar o una tienda, estando un poco perdida, hasta que una amiga le animó a apuntarse a un curso de patchwork, con el que le cambió la mirada, decidiendo poner en marcha un negocio de este tipo, aunque preferentemente virtual, a través de la web telasparapatchwork.es. Ella se define como "más artista que artesana", gustándole más la fase de diseño que la de ejecución, y resaltando que para ella el patchwork es "pintura en tela", por lo que considera que sigue dedicándose a lo suyo.
Junto al trabajo desde la web, Ainhoa Alcolea también acude a varias ferias al año (ahora mismo a 4, que "sí me compensan"), complementando su actividad dando clases por los pueblos de alrededor a gente mayor y niños. Justamente en la mañana del viernes, se abrió también un canal en el portal de vídeos Youtube con el objetivo de dar clases de patchwork por Internet.
Según explicó, el cambio de Madrid a Salamanca ya le costó, ya que 'le sobraba tiempo' frente a todo el que perdía para moverse por Madrid. El paso de Salamanca a Morasverdes fue aún más grande, a lo que se añadió que a la gente le parecía una tontería lo que hacía y que "cualquiera podía hacerlo". Sin embargo, ha tirado para adelante y ahora está "muy bien", e incluso cuando va a Madrid se agobia.
La clausura de las Conversaciones en La Colada 2017 corrió a cargo de la delegada diocesana de Cáritas, María Ollaquindía, quién además de hacer un resumen de lo vivido estos días, leyó una carta del responsable de las Jornadas, Javier Alonso, y otro escrito del Obispo Raúl Berzosa.