SOCIEDAD
Actualizado 22/02/2017
Fran Domínguez (CULTORO)

CIUDAD RODRIGO | La Residencia Mixta Provincial llevó a cabo en la tarde del miércoles su clásica fiesta carnavalera

La Residencia Mixta Provincial de Ciudad Rodrigo celebró en la tarde del miércoles su clásica fiesta precarnavalera, en la cual todos los residentes y trabajadores de la institución se vistieron con diferentes trajes.

La fiesta arrancó con la entrada en escena de la Corte de Honor del Carnaval en la Residencia, integrada por Isabel Huebra Martín como Reina; Francisca Ramírez González, Carmen de los Ángeles Hernández Hernández y Leoncia González Repoila, como damas; y José Luis de los Dolores Sánchez, Rafael Martín Díaz y Ángel Bernal Briones como acompañantes.

Tras ellos apareció en la gran sala de la Residencia la pregonera de este año en el centro, María del Mar Ortega, conocida popularmente como Mari 'La Campanera', quién entró del brazo de su marido, José Antonio Domínguez.

Después de ser presentada (diciendo sobre ella que "has sido, eres y serás siempre La Campanera"), la pregonera tomó la palabra para ofrecer una intervención sin ningún tipo de referencia, únicamente tirando de memoria, que estuvo centrada principalmente en su compañera durante un cuarto de siglo en lo alto de la Casa Consistorial: "mi Campana, que yo creo que me echa de menos".

En un primer tramo, contó la historia de la propia Campana, explicando que costó 4.000 reales de vellón, así como 400 de propina, y que pesa 14 arrobas y media (1.500 kilos), sonando gracias a un badajo de 48 kilos y medio. Como curiosidad, apuntó que fue "embadajada con el pito de un toro", al ser éste como una tripa.

A continuación María del Mar Ortega relató cómo llegó ella hasta esa Campana. Todo comenzó cuando, viviendo en Barcelona, viajó a Ciudad Rodrigo de vacaciones en 1980, y ya se quedó: "llevó 37 años de vacaciones en este pueblo", confesando que se adaptó "bien, y ahora no me iría jamás".

El primer Carnaval que vivió en Ciudad Rodrigo fue el de 1981, del que guarda grato recuerdo ya que lo vivió con mucha emoción al ser todo nuevo para ella. Aquella edición, así como las siguientes, las disfrutó mucho de fiesta, hasta que llegó un año que no había persona para tocar la campana y se ofreció voluntaria, empezando a desempeñar una función en la que estuvo 25 años, los 20 primeros con su inseparable Darío.

María del Mar Ortega relató numerosas anécdotas vividas "en lo alto del tejado, como la cigüeña, esperando los toros", comenzando por el primer año, que fue "nefasto, ya que pasó de todo". La pregonera también tuvo unas palabras para "el lado agrio del Carnaval, los heridos", dedicándole unas palabras de gratitud al Equipo Médico.

En el tramo final del pregón cantó varias canciones, incluidas algunas copillas carnavaleras (como la que le dedicó la Rondalla a ella misma el año después de estrenarse como campanera). Asimismo, cantó una habanera junto a una compañera de la Coral Dámaso Ledesma, Mari Carmen.

El cierre del pregón fue con la canción de La Campana Gorda, en la que la música la puso la Charanga Al Rojo, que a partir de entonces ofreció un concierto en el cual se animaron a bailar residentes y trabajadores. La primera canción estuvo dedicada a la propia pregonera, que se arrancó a bailar junto a su marido.

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