¡Qué rápido se nos ha ido un año! Y Enero ya terminado. El tiempo pasa volando y no nos damos cuenta. Dos mil dieciseis, es solo una gota gimiendo nostalgia; para unos, lumbre cromática, para muchos, un recuerdo en blanco y negro. Eso fue el ayer, la copa de los días pudo llenarse con sabores añejos y sombras persistentes dejando en las mejillas gotas de lluvia.
Si a cada hoja caída al nuevo calendario, la cubrimos con aromas de pétalos sin miedos, la ornamos de esperanza y bebemos a sorvos del cocktail henchido de alegría, del beso furtivo que solo tú y yo recordamos, y la sonrisa aún sigue aflorando y sentimos nuestro dedo dibujando sobre los labios palabras,palabras que aguardan respuesta. Haremos un año diferente
El año solo tiene treinta y un días bebidos del cáliz dorado, de los muchos que le quedan para llegar a viejito; tendrá un especial significado 2017, si a cada contecimiento que desee oscurecer las estrellas,o arañar el alma,lo derrotamos con ilusiones, retiramos los odios,los gritos silenciosos, y la palabra retorna a la vida, los días nos abrazarán como alas de poesía,o como vino rojo y fuerte envuelto en nuevas melodías .
Los pastizales reverdean, no puede dejar que la hornada de tres cientos días pase y se bata lento y sombrío contra tu pecho.
Cambie, es diferente. ¡Es otro año! Nos quedan once meses para llamar a las cosas por su nombre.
Velloncito de mi carne,
que en mis entrañas tejí,
velloncito friolento,
¡duérmete apegado a mí!
La perdiz duerme en el trébol
escuchándole latir:
no te turben mis alientos,
¡duérmete apegado a mí!
Hierbecita temblorosa
asombrada de vivir,
no te sueltes de mi pecho:
¡duérmete apegado a mí!
Yo que todo lo he perdido
ahora tiemblo hasta al dormir.
No resbales de mi brazo:
Anónimo (Salamanca siglo XIV)