En horas de buenos deseos enviados a golpe de tecla, masivamente y de forma impersonal a todos los que están en interminables listas telefónicas y libro de caras, echo en falta las felicitaciones ilustradas con estampas navideñas, escritas a mano, rubricadas, ensobradas, selladas y enviadas, con íntimo sabor fraternal, aroma de amistad y hermanada caligrafía entrañada de confidenciales palabras.