OPINIóN
Actualizado 16/05/2016
Redacción

Todo lo hallo dentro de la lluvia: la fe infantil, la leve golondrina que teje su nido en medio de las sombras, la canica que rueda encima de un adiós. Cuando llueve, en mí crecen chopos deshojados, jazmines brotando al lado de un recuerdo, cigarros de junco y cáñamo que huelen a la tos de mi padre exhalando un puro amor que sólo la lluvia puede comprender. La oigo caer, después de tantos días, y un sendero de barro y ortigas va surgiendo en mitad de mí espíritu. Voy por la ciudad sintiendo la lluvia alzar su reino oscuro sembrando en las calles su infeliz canción.

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