En pocos días la sociedad española ha dejado de vivir un tiempo "histórico" para vivir un tiempo "incierto". Los nuevos gobiernos autonómicos y municipales que emergieron con las elecciones de mayo tenían sus expectativas puestas en las elecciones de diciembre para ejecutar las modificaciones institucionales y los programas de ingeniería social prevista para cerrar la carpeta de la transición y promover una nueva constitución. Los resultados de diciembre están retrasando la realización de estas expectativas y dificultando la gobernabilidad institucional en todos los niveles administrativos.
Para comprobar cómo se gestionan estas expectativas fue importante observar los discursos con los que nos despidieron el año y, sobre todo, los cambios de estética que se han producido en los portavoces de los diferentes gobiernos. No me refiero únicamente al curioso uso del término "estética" que hace unos días hizo la vicepresidenta Oltra cuando mostró sus discrepancias con un nombramiento de la diputación de Valencia, sino al conjunto de formas visibles con las que se ejerce, se expresa y muestra el poder. El presidente Puig cambió radicalmente la "estética" anterior. Por un lado, encargó a una empresa privada la producción, realización y edición de su discurso de fin de año. Por otro, eligió tres palabras de capacidad expresiva: reparación, reconstrucción y renacimiento.
Ahora debemos prestar atención a cinco adjetivos que completan esta preciosa carta a los Reyes Magos en la que se nos promete un año "reparativo", "reconstructivo" y "renacentista". Estamos empezando un año "táctico" porque los líderes políticos tienen que administrar con cautela su voluntad de poder para no dar ningún paso en falso que dificulte futuros escenarios de gobernabilidad.
También se trata de un año "estratégico" porque tienen que demostrar a la ciudadanía que las decisiones emprendidas estos meses no están animadas por la venganza cortoplacista totalitaria, es decir, que tienen cierta mentalidad democrática largoplacista con la que organizar las administraciones públicas. Tarea contradictoria en un año "maquiavélico" porque no se puede construir la cesta de la vida comunitaria, la cohesión territorial, la justicia social y el estado de derecho, con los mimbres del resentimiento del nacional populismo de los antisistema.
Estamos ante un año "dilemático" para los líderes del socialismo porque, tanto si se pacta como si no se pacta con Podemos, el fracaso de una socialdemocracia moderada que frene a los antisistema parece estar servido. Tal vez sea un año "problemático" para todos los partidos; para los nuevos porque tendrán que definirse histórica e ideológicamente, para los viejos porque tendrán que despertar de su impopular, amnésica y paquidérmica tecnocracia. Año incierto donde tendrán mucho trabajo los Reyes? y los Magos.