OPINIóN
Actualizado 12/10/2015
Rubén Martín Vaquero

Cuando los dioses se aburren...

Los dioses del planeta se aburrían. Llevaban una eternidad conviviendo y aún les esperaba otra. Se conocían tanto y tan bien, que lo único más grande que su inmortalidad  era su apatía.

Un día se le ocurrió una idea a uno de los dioses menores, creo que fue a Héctor, y pidió permiso al padre de los dioses, un individuo que le decían Hermes, para llevar adelante la idea.

  -¿Crear unos seres que se llamen hombres? -preguntó extrañado Hermes-, ¿no seríamos demasiados? Aquí ya ni cabemos?

  -No padre mío -respondió Héctor-, los crearemos de tal manera que jamás serán dioses.

  -Explícate -ordenó Hermes.

Como se había corrido la voz que un dios menor estaba proponiendo a Hermes un nuevo entretenimiento, todos los dioses de Iq acudieron a ver si les motivaba el juego.

Héctor, ajeno a la expectación, empezó a desgranar sus planes para intentar conseguir la autorización.

  -Lo he meditado mucho -comenzó diciendo-. Lo primero que te pido, ¡oh Padre! es que estas criaturas sean mortales y sepan que tienen que morir.

  -¿Y si alguno de los nuestros siente celos de esa vida caduca que estimula el instante? ?Hermes no las tenía todas consigo.

  -Se consolará pensando que la gloria de esos seres es efímera ?Héctor tenía respuesta.

  -Concedido -dijo Hermes-, aunque les haremos dudar de su mortalidad para estimularlos.

  -Mi segunda petición ?prosiguió Héctor-, es que sean islas que floten juntas en el mar de la Soledad.

Le interrumpió un murmullo de reproche desde las filas de los oyentes.

  -No es ninguna contradicción -se justificó Héctor mirando a la galería-, estarán todos juntos, incluso amontonados, pero cada uno se sentirá solo, porque solo se tendrá que enfrentar a la muerte.

  -¿Y no podrán desecar el mar de la Soledad y juntarse?- preguntó un dios espectador.

  -Imposible -replicó Héctor-, no les daremos la posibilidad de hacerlo. Una parte de su organismo producirá lágrimas, que servirán para aumentar el mar de la Soledad.

-Ya entiendo ?asintió Hermes-, nosotros dirigiremos sus vidas, haciendo crecer el mar de  la Soledad, o por el contrario acercándolos.

-Yo había pensado en el dios Amor para juntarlos -explicó Héctor-, y para separarlos pondremos muchos más; Ambición, Lujo, Gloria, Pereza, Avaricia, etc.

-Puede ser interesante - reflexionó Hermes-, ver como unos seres finitos chapotean en el mar de la Soledad intentando trascender.

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