Con la linterna abro un agujero de fósforo y vainilla sobre el campo. La luna es una víscera de cuarzo mordida por los cerros. !Qué lejanas las piedras de mi infancia! Las hormigas transportan sigilosas las migajas del cielo abandonado. En el nogal la noche es la viuda de un pastor dormida entre luciérnagas y arañas. Qué lleno está el espacio de vacío. Alumbro el infinito y mi linterna es una pulga inútil. Siento amor cuando al mirar arriba, al universo, hallo en mi pecho el peso de la nada. Cómo no ser humilde en estos campos. Debajo, entre mis pies, desordenada, huye mi alma, en paz con las hormigas, remonta el vuelo y sube hasta el nogal donde la noche es la viuda de un pastor, el velo angélico de la sencillez.