Que la posición de la Iglesia se ha ido derechizando desde la Transición hasta aquí, no es nada nuevo. Muy lejos quedan ya aquellos curas obreros de la última etapa franquista, cercanos al partido Comunista (el único partido que realmente plantó cara al franquismo y donde muchos de aquellos curas acabaron), que imbuidos de las doctrinas del Vaticano II ofrecían sus parroquias para reuniones clandestinas y otras reivindicaciones. Curas que proclamaban que la justicia divina empezaba con la justicia social en la tierra mientras la Iglesia institucional seguía prometiendo el Paraíso como premio a las injusticias que los hombres y mujeres tenían que soportar en este valle de lágrimas? A veces pienso que la Iglesia oficial hizo con aquellos curas lo mismo que habitualmente hace con Cáritas: sacarlos a la palestra cuando quiere dárselas de demócrata y solidaria. Por otra parte, a ver qué pasa con el Papa Francisco y con los cambios que auguran sus palabras? si no le ocurre lo que dice que le puede ocurrir una amiga mía (católica ella y practicante a carta cabal), cuando se hace eco de las críticas que el nuevo Papa está recibiendo desde la misma Iglesia: que tenga un accidente mortal o que una enfermedad misteriosa se lo lleve mientras duerme?
Y pienso yo, si para acabar con el robo de libros en las bibliotecas, Pío V formuló un decreto en 1568 en el que sentenciaba a los ladrones a la excomunión, bien se podría hacer ahora otro tanto, porque los seres humanos son más importantes que los libros, que los acuerdos, o que las clases de religión. El Papa tendría que decretar la excomunión para todos aquellos, políticos, empresarios, banqueros y un largo etcétera?, que por acción u omisión favorecen o permiten las nefastas políticas que imperan hoy en día y que atentan contra la dignidad humana. Está tardando ya.