OPINIóN
Actualizado 07/05/2015
Agustín Domingo Moratalla

El imaginario cultural y mercantil de este domingo está dedicado a la madre. Un relajado domingo de precampaña que anticipa frenéticos domingos de actividad electoral sin apenas tiempo para leer otra cosa que no sean encuestas, argumentarios y propuestas para el nuevo escenario político que se anuncia. Además de darnos un paseo por la feria del libro que hoy cierra sus puertas, deberíamos aprovechar este el día para plantear el papel que la maternidad debería tener en la vida pública.Sería muy sencillo rastrear los programas de las diferentes fuerzas políticas para comprobar que con la excepción de algunos partidos como el PP o VOX hay pocos que cuenten explícitamente con la maternidad como categoría política. Se trata de una categoría que podemos rastrear cuando emergen términos políticamente más correctos como la conciliación, la igualdad de sexos o las medidas con las que afrontar la violencia de género. En casi todos falta una mención explícita, elaborada y sistematizada sobre el valor que la maternidad tiene para la cohesión social, el fomento de una vida profesional estimulante, el progreso de una comunidad política y la calidad humana de un régimen democrático.

Si algo ha demostrado el feminismo más serio y la investigación social más relevante es la dimensión pública de la maternidad, o dicho con otras palabras, que la maternidad no es un factor socio-económico marginal y privado sino nuclear y escandalosamente público. Toda propuesta electoral sobre empleo, sanidad, dependencia, hacienda pública, inmigración, cultura o educación que no cuente con el factor maternidad estará condenada al fracaso. Aunque este factor tenga que plantearse con el de natalidad, el problema no se resuelve solo estimulando retóricamente políticas natalistas. ¿De qué vale apoyar la maternidad en las políticas de infancia si se las desprecia en políticas laborales o tributarias?
En tiempos de inteligencias múltiples donde nuestra clase política ha descubierto el valor público de la inteligencia emocional sería bueno evaluar las propuestas de políticas públicas en clave de inteligencia maternal. Sigue siendo fundamental una idea que Katherine Ellison desarrolló en su ensayo sobre la Inteligencia maternal: necesitamos una gran transición cultural que valore la maternidad. Las investigaciones neurológicas realizadas en el cerebro de las madres muestran la necesidad de contar con un tipo de inteligencia nueva.

Aunque la maternidad agote físicamente, transforma el cerebro y aviva la mente. Neurológicamente el hecho de tener un hijo implica una revolución personal que no sólo afecta al cerebro de la mujer, que se convierte en madre, sino a todo el sistema social. Aunque hoy no aparezca en los programas electorales, en las sociedades del mañana la maternidad puede convertirse en una poderosa forma de inteligencia.

Foto: Sociograf

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