Quinientos años desde que naciera, un 28 de marzo de 1515, en Ávila de los Caballeros o del Rey. Cinco siglos menos once días, los posteriores a su muerte el 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes, porque a la mañana siguiente era 15 de octubre, su día de nacimiento para el Cielo, al que llegó por el único camino, el de la Cruz, donde "están la vida y el consuelo", "y ella sola es el camino para el Cielo".
Teresa en año jubilar, en reclamo publicitario, en aniversario con pompa y circunstancia. Teresa en boca de todos, también en las de aquellos que, si no es por ella, no pronunciarían la palabra "Jesús". Teresa en aniversario con fotos de políticos y turismos religiosos en boga, pero siempre Teresa andariega y peregrina, en la intimidad de los "palomarcicos" y la audacia de los cambios. Teresa puesta en camino y echada para adelante, animada en la desolación e iluminada en la tiniebla. Teresa al fondo, eclipsada entre logotipos y comités organizadores, pero al fin, siempre Teresa, doctora del Evangelio, fundadora de la Buena Noticia de siempre, al fin y siempre hija de la Iglesia, recogida en oración y derramada en anuncio.
Teresa gozosa en la Cruz peregrina que recorre su Iglesia diocesana, la que guarda su sepulcro, Iglesia en asamblea y en reforma. En el brazo izquierdo, el del lado del Corazón de su Cristo amado. Teresa dando la bienvenida al "descanso sabroso" de su vida, a "la libertad", a la sede única de "la gloria y el honor", al "medio de alegría conseguida", a "la vida de nuestra muerte". Es tiempo de caminar. De tomar la cruz y seguirle.
Imagen: Santa Teresa de Jesús, detalle de la Cruz de la Asamblea Diocesana, pintada por Jesús López Martín