OPINIóN
Actualizado 16/03/2015
Coopetidores íntimos

"Con las cañibetas aún no podíamos hacer las tiquilitresas, así que a divertirnos por el rulaero, o hacer escobas de cosquillinas, o collares con los gamones"

El próximo sábado despierta la primavera, y asoman las primeras campaninas, (narcisos), y me llegan los recuerdos en La Alberca, donde los praos se engalanan de amarillo, y se llenan de colores y perfumes, desde los "pan y quesitos" a la trémula violeta.

En nuestra niñez en el pueblo, nuestro jardín botánico era el "Palaero", allí recogíamos  todo tipo de productos que la naturaleza nos regalaba, y que consumíamos con gran avidez, los asisones, las vinagreras, la zarza morisca, los tomatines, y como los árboles frutales aún no estaban maduros sus frutos, los comíamos pergüetanos, aunque el primer manzano que apedreábamos, por ser el primero que maduraba, era el manzano camueso de la tía Felipa,  y si nos adentrábamos en los bosques, allí teníamos las sabrosas colmeninas bajo los chaguarzos.

Con las cañibetas aún no podíamos hacer las tiquilitresas, así que a divertirnos por el rulaero, o hacer escobas de cosquillinas, o collares con los gamones.

Al aparecer los verdes brotes en los árboles, se oían los primeros trinos de las aves, esto me recuerda al gran Cantinflas cuando decía, "y allí estaban los pajaritos con sus trineos", se oía el repiquiteo del pájaro carpintero, y en las noches a la coruja.

Todo era alegría, colores, mil sonidos, y fragancias de las flores.

Todo renace a la vida, te invita la primavera, donde el arroyo que camina con sus aguas cristalinas, hasta el amor que se mece, al palpitar de la vida.

Andrés Barés Calama

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