El concepto yo creo que ya está mal planteado. Es más correcto buscar la igualdad de oportunidades. Para la educación, para la sanidad, para el empleo o para la formación de una familia.Se habla de recortes sociales y lo que hay que hablar es de la distribución de la riqueza. Es dar la oportunidad a todos los niños y adultos del país a aportar su granito de arena para una sociedad mejor.
La cuestión no es de caridad sino de justicia, los ricos no son mejores y no han sido los más inteligentes o los que más han trabajado. Existen las herencias no demasiado lícitas, las fortunas amasadas sin escrúpulos y también aquellos que han dedicado su vida al trabajo y han tenido suerte y posibilidades.
Ahora no consiste en comprar votos repartiendo migajas. Hay que valorar las cualidades de todas las personas porque las tienen. Por lo tanto yo no soy partidario de pensiones a gente joven a cambio de nada, no podemos acostumbrar a ciertos sectores a vivir de subvenciones. Se debe facilitar que la gente se forme para colaborar en los trabajos más necesarios en la sociedad.
Por ejemplo en muchos pueblos se contrata a las personas desempleadas para desbrozar, arreglar jardines, etc. Hay muchas tareas que realizar para evitar incendios o de protección civil o de acompañamiento a ancianos, etc.
En el ámbito juvenil no puede ser rentable delinquir alternativamente para conseguir un subsidio. Estas ayudas deben estar para las personas enfermas que puedan tener alguna minusvalía y que también aportarán su granito de arena a la sociedad si se les da la oportunidad y que son un ejemplo para todos. No hay más que observar nuestro ejemplar equipo paralímpico.
Una distribución de lo recaudado en los impuestos con un criterio más humano y con otras prioridades sería una posibilidad de mejorar nuestro mundo de raíz, no necesitaríamos disfrazarnos de lo que no somos, no necesitaríamos las dobles morales.Soy realista y desde luego poco populista, comparto mucho tiempo con los etiquetados como "excluidos sociales" y veo en ellos un tremendo potencial. También formo parte de los acomodados de la sociedad y veo que nos apagamos y que perdemos la esencia de lo importante para la felicidad, nos hacemos dependientes de pequeñas fortunas materiales que nos embotan emocionalmente y nos dejan ciegos, mientras negamos la palabra a los excluidos porque les dificultamos que sus hijos puedan estudiar. Necesitamos para sobrevivir como civilización que los hijos de la calle tengan la oportunidad de llegar al mundo laboral, a la universidad, al mundo del arte y cultivar su dimensión espiritual, hay que romper el mundo piramidal en el que unos se creen superiores para ayudar, dando las sobras que caen de la mesa del señor.