OPINIóN
Actualizado 28/02/2014
Eugenio Sánchez

Estás en cada palabra, gesto y pensamiento.

Eres la cuna que mece las palabras de estas columnas de los viernes.

No hay mejor persona, sencillamente eres buena. Madre tardía, tu boca se llena al oírte hablar de tus hermanos.

A los mayores les decías "padre", "madre" con amor y respeto.

Eres ángel de la guarda, reservada, discreta, tierna, humilde. De voz tenue y palabra atenta, amiga y abuela, ¡Ay!  (herencia de suspiro), ¡qué mirada la tuya al escudriñar a tus nietos!. ¡Qué trabajador es Bruno!, ¡qué listo, hace los puzles solo".

Daniela te da su mano, te abraza y pasea contigo del cole a casa.

Laura te quiere aunque no lo diga, es como yo mamá, que tardé en darme cuenta del bien que haces.

Debería pedirte perdón por todas las trastadas y noches de vigilia, pero sé que perdonas antes de cometer la falta, eres así.

Nadie como tú, hermana, abuela, tía, pero tengo la fortuna de ser el único que puedo llamarte "mamá", qué honor llevar tu sangre.

Presumes con modestia de familia, no quieres a nadie más que a nadie, legado de bondad   infinita, quiero pisar tus huellas, ¡te quiero!

A Martín y Leonarda por hacerte un hueco en este mundo que es mejor gracias a ti.

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