El octavo continente

Cuando yo estudiaba Bachiller (hace ya varias décadas) en la asignatura de Geografía aprendíamos los 5 continentes clásico, a saber: África, América, Asia, Europa y Oceanía, porque únicamente contaban los que estaban habitados por seres humanos. Ese era el criterio de las Naciones Unidas y la razón los 5 anillos de la bandera olímpica. Sus colores, que nunca he sabido quién los decidió, corresponden: Azul a Oceanía; Negro a África; Rojo a América; Amarillo a Asia y Verde a Europa. Más tarde se incorporó, para hacer más precisa la enseñanza, la Antártida como un continente aunque al estar deshabitada no se sumó ningún anillo olímpico.

Hoy muchos hablan de uno nuevo que estaría situado en el Océano Pacífico y del que sólo podemos ver su meseta más alta, la isla de Nueva Zelanda, ya que el resto del mismo está sumergido bajo las aguas. Le han dado el nombre de Zelandia y con él ya tendíamos 7

Pero entre los científicos, principalmente los que se especializan en el medioambiente, comienza a preocupar la aparición de uno nuevo que sería el octavo. Un continente[1] que no es de tierra, ni de hielo, ni tiene habitantes, un continente de basura. Un continente flotante en el Océano compuesto fundamentalmente por plásticos de los que casi la mitad (el 46%), son redes de pesca. Un continente que es el vertedero, la cloaca de los deshechos de todos los demás. Un continente que intoxica, contamina y asfixia toda la vida de mares y océanos, y que suma sus nocivos efectos al cambio climático.

Según Greenpeace, y otras organizaciones especializadas, se estima que este octavo continente, está formado por más de 87 mil toneladas de basura que flotan a la deriva, con una superficie aproximada de 1,6 millones de kilómetros cuadrados, lo mismo que nuestro país[2] más Francia y Alemania. Actualmente casi 3 millones de toneladas de plástico van a parar a los mares y océanos cada año, un plástico que tardará 5 siglos en descomponerse.

Ernst Haeckel, naturalista y filósofo alemán, fue el primero que, a mediados del siglo XIX, utilizo el término 'ecología' inspirándose en dos vocablos del griego clásico. Por un lado 'oikos', que significa hogar o casa y por otro 'logos' que es la Razón como capacidad humana. Por tanto podríamos definir el ecologismo como la reflexión razonada sobre nuestro hogar , y nuestro hogar no es otro que todo aquello a lo que nos referimos en general como Naturaleza y por ende 'ecológia' sería la rama de la ciencia que se preocupa por la interacción de todo ser vivo con su entorno. Si hace 25 siglos los seres humanos superaron la creencia en los dioses, en los mitos, y dieron paso al pensamiento racional del logos ? dando con ello nacimiento a la filosofía - nosotros parece que hemos vuelto al mundo mitológico pues creemos ser los únicos dioses y eso nos da el derecho y el poder de manejar la Naturaleza a nuestro capricho.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que 1 de cada 4 enfermedades en el mundo puede estar relacionada con factores ambientales y que aproximadamente el 20% de las muertes en el continente europeo se deben a problemas derivados de la degradación del medio ambiente. Porque, todos los elementos físicos (la calidad del aire y el cambio climático); químicos (la contaminación de las agua) y también biológicos (bacterias, virus, parásitos, hongos, levaduras, micotoxinas); agentes todos ellos externos a nosotros y con los que compartimos hogar, inciden ? para bien o para mal - de forma clara en nuestra salud. Pero seguimos actuamos como si sólo nosotros habitáramos el planeta olvidado que la Naturaleza tiene sus propios dioses, el fuego, el aire, el agua y la tierra, aún sabiendo que frente a los que estamos indefensos.

La novelista, filósofa y ensayista norteamericana Susan Sontag escribió "La raza blanca es el cáncer de la historia humana; la raza blanca, con sus ideologías y sus invenciones, ha erradicado civilizaciones autónomas allá donde se ha extendido, es ella la que estropea el equilibrio ecológico del planeta y la que ahora amenaza la propia existencia de la vida". Pero creo que la Naturaleza está convocando a sus dioses, con su inmensa e imparable fuerza, porque se ha dado cuenta de que está gravemente amenazada y ha comenzado a defenderse. ¡Qué Dios nos coja confesados!