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Volvió a ocurrir...
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Volvió a ocurrir...

Actualizado 08/09/2021
Fermín González

La corrida, en cuanto a toros que se querían presenciar, era la de Galache en su vuelta a la Glorieta la más esperada, y lamentablemente, la tragedia se repitió como ya hace buena cantidad de años en esta misma plaza

Si bien es verdad que pasaron aquellos tiempos tantas veces evocados en que por las calles y avenidas que conducían a las plazas de toros se llenaban de curiosos para ver el ir y venir de los concurrentes al coso taurino, que ya de por sí, constituía un agradable, bullicioso, alegre y pintoresco espectáculo que dejaba constancia, que nadie era ajeno, ni podía sustraerse a una tarde de toros. El gentío tomaba posiciones en puntos estratégicos de las calles, balcones y aledaños de las puertas de cuadrillas para ver y al ser posible cruzar la mirada, sonrisa o el saludo del matador del matador más o menos ídolo o figura, que lograba adueñase de su atención. Era aquel un arte de ese espectáculo gratuito, callejero, tan vistoso, tan alegre y tan simpático. Es por tanto verdad, que la fiesta de los toros, además de incertidumbre, seriedad, cogida y grito angustioso, nos ofrece vistosos momentos que captan la bondad, la luz, el colorido y no pocas veces la autentica alegría.

En esta feria próxima a comenzar, hemos arrancado con el tradicional desenjaule. En otro tiempo era un acontecimiento muy importante, y al que se acercaban con un lleno espectacular en sus tendidos. El desenjaule o desencajonamiento de parte de las reses que se van a lidiar en la Feria ha sido siempre el primer festejo con el cual se abría la cortina que daba paso, a espectáculos mayores en la plaza de toros de la Glorieta, y se caracterizó siempre por ser festejo muy popular y bien acogido, sobre todo por las gentes de la provincia, y también por los barrios de la ciudad, dándose un día de descanso después de tanta labor campesina. Por ello la plaza generalmente era, (hoy menos) un hervidero de gentes que venían a presenciar dicho evento con el fin de elegir entre las corridas, que saltaban a la arena, las de mejores hechuras, las más que se mostraban más codiciosas, más igualadas, en definitiva era una muestra del sugestivo empaque o trapío de las reses, para aquellos que pasarían por taquilla.

Pues, en esto estábamos, cuando anunciaron la primera corrida a desencajonar, de Núñez del Cuvillo corrida de buen ver, cómoda equilibrada de romana reunida y armónica, dentro de lo esperado por este ganadero andaluz, que siempre tiene toros para no desentonar en cada plaza. Se fue aplaudida a los corrales.

Después vino la novillada de El Puerto San Lorenzo y La Ventana del Puerto, de bonita lamina y hechuras, reunida, de caras cómodas, una novillada un tanto desigual de presentación que sin embargo gustó a los asistentes.

Montalvo fue la siguiente corrida que fue enseñada, a la concurrencia; los de Juan Ignacio se vieron todos de excelente trapío, finos de cabos y bien rematados, sin ninguna exageración, y que tuvo mejor respuesta de los parroquianos ? pocos- que se dignaron a venir a la plaza- y se aplaudió, con mucho énfasis.

Y la desgracia llegó después. Volvió a ocurrir. La corrida, en cuanto a toros que se quería presenciar, era la de Galache en su vuelta a la Glorieta la más esperada, y lamentablemente la tragedia se repitió como ya hace buena cantidad de años en esta misma plaza. Los toros de sangre muy caliente se enfrentaron en duelo toricida y el toro guapo berrendo en colorao, sufrió un impresionante testarazo cayó corneado y finalmente hubo de ser apuntillado. El hermano de camada perdió un pitón por la cepa, la cosa se demoró, y presenciamos una corrida en el tipo del encaste Vega ? Villar, pequeño de cuerpo pero vivos y de afilados pitones, variados de capa. Y dantesca la imagen, que dejo tristes a los asistentes. No hace falta cargar más las tintas del desagradable suceso.

Y eso fue todo, se fueron los camiones, dejando en los corrales, los toros, que serán protagonistas de una u otra forma en esta feria que podíamos llamar de la pandemia, parece ser que resurge la afición, y con ánimo y esperanza espera que en la arena de la Glorieta luzca el toreo, el de verdad y sin etiquetas? que así sea?

Jesús de la Calzada, a hombros en la clase práctica posterior al desenjaule

Jesús de la Calzada abrió la puerta grande de La Glorieta en la clase práctica que se celebró tras el desenjaule. El alumno de la Escuela Taurina de la Diputación de Salamanca cortó dos orejas a un buen novillo de la ganadería Charro de Llen, aplaudido en el arrastre.

El segundo turno fue para Fabio Jiménez, que lidió un bravo novillo de Hermanos Mateos pero que pinchó, lo que su actuación se vio reducida a una ovación. Cerró la tarde otro novillo de Hermanos Mateos para Daniel Medina, quién escuchó un aviso.

FOTOS: MIGUEL HERNÁNDEZ Y PABLO ANGULAR