Tierra Santa

Llamamos Tierra Santa los cristianos a aquélla en la que nació, vivió, sufrió, murió y volvió a la vida el Señor Jesucristo, el Maestro y Salvador de todos los hombres, según profesan los cristianos. Por diversos motivos consideran santa la tierra de Israel los seguidores de otras confesiones religiosas, a saber, los seguidores de Mahoma, que consideran que su profeta murió y fue llevado al cielo desde la roca del templo de Jerusalén. E igualmente consideran santas estas tierras los continuadores de la expectativa del Mesías, anunciado por los profetas, por los reyes y los sabios, que vivieron en medio del pueblo de Israel mientras ocupaban aquellas tierras que, con razón desde sus creencias, han considerado y siguen considerando santas los miembros del pueblo judío.

Las tres religiones tienen, además de tierras comunes y sagradas, libros comunes o que cuentan con una inspiración común. Así suelen llamarse a estas profesiones de fe las religiones del libro: el libro del Antiguo Testamento, o de la Ley y los Profetas, para el pueblo judío o seguidores de la Ley judía; la Biblia Sagrada, Antiguo y Nuevo Testamento, para los cristianos, que tienen el Antiguo Testamento en común con los judíos; finalmente, el libro sagrado de los musulmanes es el Corán, que en buena parte está inspirado en los libros sagrados de las otras dos religiones.

Esto supuesto, parecería que deberían estar bien coordinados y hermanados los seguidores de las tres religiones. Pero los judíos y los musulmanes se disputan la posesión de esas tierras sagradas, desde la de Jerusalén, a la que los dos consideran capital propia o al menos ciudad relevante los musulmanes, que consideran su capital propia la ciudad de la Meca. En Jerusalén se encuentran lugares santos de relieve; en concreto en la explanada del Templo se encuentra el santuario de la Cúpula de la Roca, la mezquita de Al-Acsa y el Muro de las Lamentaciones, y próxima a ellos la basílica del Santo Sepulcro.

Desde que los británicos hicieron la concesión del nuevo estado de Israel en las tierras palestinas, y el estado se declaró libre el 14 de mayo de 1948, no ha habido prácticamente tiempos de paz entre estos dos grupos políticos: Israel y Palestina.

Israel ha estado provocando continuamente a los palestinos, apropiándose por la violencia de la ciudad de Jerusalén y de los territorios cercanos de los palestinos. El último episodio lo estamos viviendo en estos mismos días. Israel se había apropiado de nuevos territorios ocupados para concederlos a los judíos radicales. Esto provocó las protestas de los musulmanes palestinos, que los judías reprimieron violentamente sobre la esplanada del templo. Y los palestinos respondieron con lanzamiento de artefactos violentos, más de 1.000 misiles, sobre las tierras de Israel, respondiendo éste con fuertes bombardeos sobre la ciudad de Gaza, capital de los palestinos, causando la muerte de 65 personas, de los cuales 16 menores. "Estamos casi en una guerra", confiesa la embajadora de Israel en España.

Nos encontramos, entonces, que las tierras tradicionalmente consideradas santas, ahora tenemos que considerarlas más propiamente como malditas. Y la provocación y acciones violentas seguirán produciéndose en adelante, contando los israelitas con el apoyo de los Estados Unidos y su poderoso lobby judío estadounidense. Y los palestinos encuentran el apoyo de diversas facciones musulmanas del estado palestino, especialmente los radicales del grupo violento Hamas, y aun de los estados musulmanes cercanos del oriente medio, con el peligro de la implicación de los estados musulmanes próximos, amenazando igualmente con una conflagración universal.

El polvorín próximo se encuentra en el Líbano, en Iraq, Irán, Afganistán, Arabia, Yemen, Sudán del Sur y hasta Turquía y otros. Ante esta situación, Egipto y la ONU están intentando mediar para conseguir un alto el fuego, con no mucho éxito hasta ahora.

La Iglesia Católica ha estado siempre detrás de la idea de que se reconozca la existencia de los dos estados con fronteras bien definidas, fundamentalmente las existentes en 1968, antes de la guerra de los seis días. Al mismo tiempo habría de reconocerse el status de Jerusalén como ciudad autónoma común.

Ojalá estas sagradas tierras puedan volver a ser consideradas santas. Y se consiga así una paz tan necesaria para todos, y especialmente para los que tenemos una cierta cercanía geográfica y aun sentimental, especialmente los españoles, tan ligados a aquel pueblo por razón de los actuales judíos sefardíes, que recuerdan todavía sus posesiones en España desde que fueron expulsados en 1492.