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El cautiverio de la Iglesia de Ciudad Rodrigo (1851-1884)
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LA OPINIÓN DE JOSÉ IGNACIO MARTÍN BENITO

El cautiverio de la Iglesia de Ciudad Rodrigo (1851-1884)

Actualizado 10/02/2021
José Ignacio Martín Benito

Cuarto capítulo de la serie de José Ignacio Martín Benito 'Las acometidas contra la Diócesis de Ciudad Rodrigo, una constante histórica'

Tras la supresión llegó la anexión. El Concordato de 1851 dejaba despejada la absorción por Salamanca. El cautiverio había comenzado. Aquello fue más que un jarro de agua fría. Los fantasmas de un pasado muy remoto se cernían de nuevo sobre la diócesis civitatense.

La anexión no se hizo hasta junio de 1867, cuando el ministro de Gracia y Justicia nombró administrador apostólico de Ciudad Rodrigo al obispo de Salamanca don Anastasio Rodrigo Yusto, al que sucedió Fr. Joaquín Lluch y Garriga. Hasta entonces la diócesis había sido reducida, tanto en la supresión del obispo -sede vacante- como en la disminución del personal de la catedral y de los sueldos. Fueron momentos muy duros para la ciudad y su tierra.

En calidad de obispo de Salamanca Lluch y Garriga envió a Roma un largo y extenso informe ad limina en 1873, dedicándole a Ciudad Rodrigo un simple Apéndice, en el que informaba de la unión a la diócesis salmantina y cómo la catedral civitatense había sido reducida a colegiata.

Por entonces, pasaron a Ciudad Rodrigo las parroquias de la suprimida vicaría de Barruecopardo, dependiente de la Orden militar de Santiago, tras la abolición en España de las órdenes militares. Las parroquias que componían aquella vicaría eran: Barruecopardo, Saucelle, Saldeana, Barreras, Cerezal de Peñahorcada, Valderrodrigo, Barceo y Barcíano.

Sin embargo, no pasó a Ciudad Rodrigo el convento de Nuestra Señora de la Peña de Francia, sino que quedó sujeto a la diócesis de Salamanca, lo que en el futuro generaría la reclamación civitatense. El despojo de la Peña de Francia ha coleado en la memoria colectiva de Ciudad Rodrigo.

Durante la etapa del cautiverio salmantino, las Franciscas Descalzas fueron expulsadas de su convento -que fue convertido en cárcel pública- y acogidas por las monjas de Santa Clara. Contaba entonces la diócesis con 94 pueblos y 84 parroquias y de los tres conventos femeninos anteriores a la revolución de 1868, sólo quedaba el de las clarisas.

Trasladado Lluch y Garriga a Barcelona, se hizo cargo de la diócesis salmantina y de la administración de la de Ciudad Rodrigo, el nuevo prelado Narcisco Martínez Izquierdo (1875-1885). En este tiempo se amplió el Seminario y se fundó el Colegio de San Cayetano. Durante este tiempo también, se vendió el gran retablo de la capilla mayor de la catedral de Ciudad Rodrigo, una obra del siglo XV, realizado por Fernando Gallego, hoy en el Museo de Tucson (Arizona, USA).

Pero Ciudad Rodrigo no se resignó a que llegara el día de la desaparición de su obispado y por eso no cesó hasta conseguir en 1884 el nombramiento de un administrador diocesano propio, exclusivo y residencial, como veremos en el siguiente capítulo.

Para saber más: https://www.academia.edu/44806561/La_Iglesia_de_Ciudad_Rodrigo

Próximo capítulo:

(V) La recuperación de la libertad diocesana: Mazarrasa, un nuevo obispo para Ciudad Rodrigo