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Actualizado 31/07/2020
Juan Robles

Se esperaba que pudiera haber un rebrote de la pandemia en el otoño

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Hace poco más de un mes terminábamos la situación del estado de alarma. Se terminaba también así el progresivo desescalamiento, en este caso comunidad autónoma tras comunidad autónoma. Las comunidades habían reclamado llevar adelante la iniciativa frente a la evolución de la pandemia. Se perdió así la coordinación general y la actuación conjunta tan útil para prevenir la vuelta a los rebrotes de coronavirus.

En todas partes se ha recomendado, y hasta obligado guardar la distancia social, lavarse las manos frecuentemente, incluso con gel hidroalcohólico, y poco a poco ha ido imponiéndose también el uso de las mascarillas.

Está claro, y ha ido recordándose, que hay que evitar aglomeraciones o reuniones masivas. Se impone la limitación del aforo en los transportes públicos y en las reuniones, celebraciones o encuentros de numerosa asistencia, también al aire libre, pero sobre todo en lugares cerrados.

Si bien las autoridades, nacionales, autonómicas o locales, no pueden desentenderse, se está repitiendo constantemente que la situación actual exige, sobre todo, un gran esfuerzo y cuidado por parte de los ciudadanos particulares. Cosa que no siempre está llevándose con el respeto debido, ni siquiera pensando en la propia contaminación, o en el contagio de familiares o amigos, especialmente los mayores con los que podamos tener contacto. Aunque el virus está atacando ya también a los más jóvenes.

Se esperaba que pudiera haber un rebrote de la pandemia en el otoño, meses de septiembre u octubre. Pero nadie pensaba que fuera a haber un rebrote tan próximo y de una contaminación tan concurrente. Tanto que en algunos aspectos y lugares se parece bastante a la situación de contagio en alguno de los momentos más destacados de la primera oleada.

Claro que ahora tenemos la ventaja de conocer el virus y el proceso de su comportamiento mucho mejor que antes. Y que también estamos más prevenidos y contamos con más medios médicos para el tratamiento de la enfermedad, si no para prevenirla, lo que no ocurrirá hasta que dentro de un año más o menos podamos disponer de la vacuna correspondiente.

El comportamiento de los privados, individualmente o en grupo, en muchas ocasiones no está siendo de lo más prudente. Sobre todo en grupos, a veces masivos, de jóvenes. Pero también se observan fallos en los casos de mayores en bares o restaurantes, o en los establecimientos de noche.

Parece, con todo, que los contagios están teniendo lugar de modo más recurrente en determinados lugares de trabajo, y especialmente con inmigrantes o trabajadores temporeros del campo. Pero también en algunas empresas en las que quizá no se han guardado las medidas requeridas.

Todo esto está produciendo condiciones de miedo y de estrés. Pero, sobre todo, está agravando enormemente las situaciones de pobreza por falta de trabajo o de recursos elementales, que no se pueden conseguir en la situación en que nos encontramos.

¿Podremos estar preparados para cuando, previsiblemente, venga de verdad la segunda oleada o rebrote del virus probablemente en setiembre? Ojalá así sea. Pero en todo caso, parece que los medios que se estarían aportando no son demasiado visibles.

Se habla de rastreadores para el seguimiento de los afectados, de posibles carnets o pasaportes acreditativos de limpieza del virus, de la obligación de confinamientos parciales, de la necesidad de avisar si se llega a alguna comunidad autónoma procedente de otra en la que abunde la presencia del virus? Y se preparan trajes protectores para los sanitarios, aparatos respiratorios, ampliación de camas adecuadas en los hospitales, atención mayor a las residencias de ancianos. Pero todo es hablar y hablar, y cada loco con su tema, sin preocuparse o hacer un verdadero esfuerzo de coordinación entre comunidades y el gobierno central.

Al menos se prevé un encuentro entre el gobierno de la nación y los presidentes y autoridades encargadas de la parte médica y de gobernación de las comunidades autónomas. ¿Daremos pasos auténticamente notables para la prevención y el remedio de las consecuencias del covid19? Ojalá empezáramos a entendernos de una vez en medio de esta situación sanitaria, económica y social tan grave que nos espera.

Hemos vuelto a reemprender el contagio. Y quiera Dios que no tengamos que llegar a ninguna medida general de confinamiento. Sería la ruina económica y humana más terrible y posiblemente insoportable. Que no tengamos que volver a las andadas.

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