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Premio Nobel
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EL RINCÓN DE MINERVA

Premio Nobel

Actualizado 19/04/2020
Redacción

Cuánto esfuerzo, cuánto trabajo. Me ha quedado perfecto. Qué gran satisfacción. Seré un candidato al Premio Nobel y me distinguirán como a un genio.

Debo resignarme, el Premio Nobel no recaerá en mi proyecto. Cómo son los humanos, siempre encorsetados en su traje de envidia y luego se estrechan la mano. ¿Para qué? ¿Le dan la mano con la misma devoción a un político que a un inmigrante? ¿Le dan la mano con el mismo fervor a un artista que a un mendigo? ¿Le dan la mano con el mismo entusiasmo a su médico que al paciente que espera junto a él en la sala de espera? ¿Qué es esto, envidia o tal vez asco? Qué sabe la humanidad de asco.

Por qué tienen esa forma de actuar, por su cultura o porque se fijan en sus regidores. Vamos a analizar a los gobernantes de este país, el resto en su lugar de origen. ¿Peor que lo anterior? Eso se lo dejo a su criterio, que suele ser el adecuado a su formación. Yo solo realizaré alguna pincelada, a modo de crítica constructiva. Son un equipo poco efectivo en cuanto a coordinación y decisión inmediata. Como para ganar una guerra. Las guerras, señores / as, no solo son de género masculino y femenino, también existe el género neutro. Al que pertenecemos algunos. Tanto clasificar que no se han dado cuenta de la clave: ser diferente y dirigir todo eso con maestría, donde cada uno aporte sus habilidades.

Vayamos ahora a los anteriores gobernantes. Bien presentados, con una exigente disciplina de agrupación y liderazgo. Muy buenos para la economía y con una gran habilidad para que el pueblo esté al servicio de ella. La valoración se la voy a dejar a ustedes. Como en los anteriores, dependerá de su zona de residencia y nacimiento. Solo a modo de puntilla añadiré que vivieron años de bonanza. Se notó el hormigón y los encofrados. Sobraban hospitales y sanitarios públicos, nadie se ponía enfermo y si se ponía ¿no le invitaban o mejor aún, le insinuaban qué era mejor la sanidad privada? Entonces, para que se iba a invertir tanto en hospitales y científicos. Estos últimos tendrían mejor salida en otros países. Qué bien se veía esto, miren, hasta se vanagloriaban de ello.

Del resto de representantes, en su cámara, no los voy ni a mencionar, porque ustedes sacarán sus propias conclusiones, para ello tendrán en cuenta su escala de colores. Mucho debaten y poco acuerdan. ¿Tan difícil es? ¿Está incluido en su contrato de permanencia?

Nunca se les ocurrió a todo este ejército de doctos, esculpidos, la gran mayoría, por la universidad del talón y la billetera que podrían ser asaltados y aniquilados por no tener un frente de defensa común y coherente.

Según he podido comprobar, desde la Antigua Grecia, la democracia es el mejor sistema político. El pueblo tiene en sus manos la decisión de elegir a sus representantes. El pueblo, el pueblo, que gran tesoro, a merced de cualquier cazador furtivo. Ustedes interpretarán estas frases y la siguiente según su convicción. Pero no olviden que una de las armas más letales que existen es tener mala memoria histórica.

Como para concederme el Premio Nobel, con la cantidad de intelectos que estoy detallado, seguro que ni se plantean nominarme. Más bien en repudiarme e intentar exterminarme. Qué ingenuos son, no saben que solo yo tengo la clave de mi éxito y de mi destrucción.

Ah, se han perdido y no saben a qué me refiero. Les ubico de nuevo. Son muy pocos los humanos que no llevan insertado en su ADN la adicción al éxito. Sí, pero lo ocultan muy bien con unos chutes de educación. Titubeo y no termino de entender si la educación es cosa de las familias, las escuelas o la sociedad. Después de pensarlo bien, creo que a cada una de las partes le corresponde la misma proporción. ¿Y si falla una? Las partes restantes deben asumir y remplazar la ausencia sin que nada se altere. ¿No sería esto un verdadero éxito? Me temo que no les gusta demasiado a los humanos, porque no lleva aparejado la fama. ¿Qué falta le puede hacer la fama a una humanidad que se debe enfrentar a un combate sorpresivo, donde el único arma que van a poder utilizar es la unión espiritual?

No se asusten, no es nada nuevo, la unión es la mejor forma de vencer. Solo hay que observar a los facultativos de la medicina, trabajan en equipo y tan importante es el cirujano como el personal de limpieza para tratar de erradicar cualquier enfermedad. ¿Se consideran todos igual de necesarios? Hay grandes profesionales que saben que una equitativa coordinación evita problemas mayores. Sin embargo son muchos / as los que viajan en el buque del egocentrismo y la comodidad, donde la farmacéutica es la capitana que dirige el timón del crucero.

La comodidad, bonita palabra. No la he tenido en todo mi proyecto. Pero debo reconocer la gran suerte al encontrarme con un material que no esperaba. Una población que vive muchos años gracias a la ingesta de cuantiosas pócimas y algunos conectados a números artefactos. Centenares de personas jóvenes que requieren los narcóticos para conciliar su sueño, para aumentar sus deseos y algo asombroso, para olvidar quiénes son. Por no nombrar todos los que se mueven, a gran velocidad, de un lado para otro sin saber si están vivos o muertos. No deben inquietarse, los he liberado de parte de esas preocupaciones. Aún tengo esperanzas, si lo planteo bien, obtendré el Premio Nobel.

Comencé mi ensayo con mayor intervención con las personas mayores, sin dejar el resto, que también son merecedores / as de mi confianza. Los mayores son una fuente de información y experiencia ideal para mí. Lo primero que observé es que a los humanos no les gusta envejecer, quieren vivir infinidad de años. Tienen idealizada una vida que no existe. Serán imbéciles. Qué es un anciano más que el retorno a la infancia hasta engendrarse en luz. Pero ese regreso muchos lo realizan en soledad, o en esos centros atestados de marketing, donde se intenta cubrir la carencia de amor y las dificultades de aquellos / as que tienen entre sus manos la desaceleración de la vida.

He continuado mi ensayo con prácticas en directo. Sin tener distinción, ni ningún respeto por nadie. ¿Quién me lo iba a impedir? ¿Sus numerosas y potentes armas? Pobres infelices. He inundado las casas, las calles, los trabajos? de miedo y de asco al prójimo. Soy merecedor del Premio Nobel.

Minerva Romero

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