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Que descanse en la paz de quien seguro la habrá perdido
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En memoria de Fructuoso Mangas

Que descanse en la paz de quien seguro la habrá perdido

Actualizado 31/03/2020
Por Pilar de la Sota Garzón

Éste fue el primer pensamiento que vino a mi cabeza cuando supe a primera hora del día, frío día de invierno, de la muerte de Fructuoso Mangas. Prefiero hablar de muerte que de fallecimiento. Estamos en momentos en que la Muerte recobra con fuerza su mayúscula, y vuelve a ser esa Señora ante la cual el mundo tiembla. La ignoramos, no la miramos a la cara, incluso la provocamos en otros, se la infligimos en mayor o menor medida al Planeta en general, pero nos creemos al margen de su inexorable presencia.

Fallecimiento es un término que ahora se me antoja eufemístico, cobarde... No podía dejar de sonreír esta mañana pensando en la muerte de Fructuoso. Él, tan presencial siempre en todo lo que hacía y decía, tan vital en cuerpo, alma y mente, tan adalid del Dios en el que creía, tan ruidoso y luchador en todo aquello que le indignaba por injusto, se va de este mundo nuestro sin hacer ruido, sin permitirnos despedirle, sin las alharacas, celebraciones y homenajes que su figura parece exigir.

Después de leer su último artículo 'El virus y Dios', y de ser incapaz de ir asimilando tal verborrea interrogativa, de la que él también se manifestaba consciente, tuve muy claro al saber de su marcha, que el Dios al que tan profunda fe manifestaba, estaría montándole un número, por no expresarlo de otra manera, al podre Pedro, que con sus llaves caídas a lo largo del cuerpo y su cabeza gacha no entendería aquella bronca por abrir las Puertas al personaje, que recién llegado por méritos propios, parecía incomodar tanto al Rey de la Gloria. Presentándose a todos los allí residentes, haciendo pandilla con ellos, abriendo tertulias informativas sobre la situación terrestre y sobre todo "friendo" a preguntas a un Dios que últimamente, y todo sea dicho de paso, a todos les parecería estar más silencioso que de costumbre..., con este buen hombre "había llegado el escándalo". Y no dudo de mi "nada políticamente correcto" pensamiento porque Fructuoso Mangas también era así. Gran pozo de sabiduría intelectual y de calle, párroco abnegado de La Purísima durante medio siglo, de la mano de su, sin duda ahora abatido, compañero de faena José Manuel, organizando, formando, atendiendo y acompañando a tanta gente a lo largo de tantos años.

Su mano, siempre tendida a todos, llegó muy lejos por su colaboración con "Manos Unidas" o la Residencia de Mayores de san Rafael. Habitual asistente a Los Círculos del Silencio de Cáritas, o comentarista imprescindible de la televisiva Semana Santa salmantina, se ha convertido en un personaje popular del que los que le apreciaban y valoraban, bien decían de él, pero al que hacía más visible el silencio sorprendido de los que no le tenían entre sus preferencias personales. Sin embargo su palabra oportuna, escrita, declamada o explicada, como buen docente que también fue, siempre llegaba desde su mente llena de lucidez y cultura, pasando por el tamiz de su entusiasta corazón incontrolado, y cobraba forma muy particular en su voz rota a la que tanto nos tenía acostumbrados, que como esencia inseparable de su ser, formaba parte de su también extraordinaria personalidad.

No puedo evitar pensar en que mirando fijamente a los ojos de Teresa de Jesús, cuyos versos tan bien conocía, aunque flaqueara más por Juan de la Cruz, entablara con ella una sin duda paradójica conversación en torno a los conocidos versos de la santa: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa...", porque si bien es cierto, que para ambos parecía indiscutible que sólo la presencia de Dios ha bastado, no se puede imaginar a ninguno de ellos imperturbables ante las turbulencias e injusticias mundanas, espantados ante la falta de compasión, que exige siempre a un Dios al que la mayoría vuelve la espalda, que arregle los desmanes de la humanidad... Y te has ido Fructuoso, irónicamente, cuando el mundo, a pesar del dolor y el miedo en el que le envuelve esta pandemia incontrolable, tanto necesita de tus sabias palabras que encendieran tu linterna en esa oscuridad en la que se sumerge, llorando por el juguete roto y buscando al culpable del destrozo. Pero al igual que canta el bolero, tú nos enseñaste muchas veces a ver la luz al otro lado de la luna, y aunque has cambiado nuestra presencia por Aquella que nunca cambiaste por ninguna, anda y ve a Buscar a Moisés, que supo pedir compasión a Dios por su pueblo cuando le traicionó adorando a un becerro de oro.

Recordadle entre los dos en el monte Oreb en el que ahora estáis, que se nos prometió la tierra, descendencia como las estrellas del cielo, y misericordia, siempre misericordia por este pueblo corrompido, que pide a gritos, más que nunca, camino de la Pascua, una Redención que no llega. No vamos a discutir si la merecemos, pero tú, Fructuoso, sí sabes del "pedid y se os dará", y aunque no sé si conviene, más que luz en la pregunta, esta vulnerabilidad de barro que es el hombre necesita la luz en la respuesta: Sí. ¡Feliz Domingo de Resurrección!, que siempre quisiste morir en Domingo, día del Señor, trajeado, como la fiesta lo requiere, y me quedo aquí, en la hora en que tus cenizas son llevadas junto a las de tus padres... Se nos pide una oración por ti, pero yo te pido humildemente y como siempre ¡Ora pro nobis!, en un tiempo sin Semana Santa, sin ti, pero más en ella y contigo que nunca.

Pilar de la Sota Garzón

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