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Dos años sin Iván Fandiño
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Dos años sin Iván Fandiño

Actualizado 17/06/2019
Redacción

Hoy, dos años después de su fallecimiento, el toreo rinde homenaje a una vida sin concesiones entregada por completo este espectáculo.

Hoy, dos años después, el toreo rinde homenaje a una vida sin concesiones entregada por completo al toro que tocó su final, trágicamente, de una cornada, el pasado 17 de junio de 2017 en la plaza francesa de Aire Sur L'Adour. Hasta entonces, Iván Fandiño se había convertido, a fuerza de pundonor, en uno de los toreros más queridos y respetados por la afición. Memorable fue su Puerta Grande el 13 de mayo de 2014 en Madrid y toda su trayectoria en los ruedos en los que hizo el paseíllo.

El 17 de junio de 2017 se pararon los relojes de Orduña. Uno de sus hijos más relevantes en los últimos años dijo adiós. Iván Fandiño fue cogido mortalmente por un toro en la plaza francesa de Aire Sur l'Adour, un repentino y trágico final para la vida de un orduñés que encontró su sentido en el toreo.

Iván, que nació en Orduña en 1980, se caracterizaba por ser un luchador desde edad temprana. Inquieto y persistente en sus aficiones, destacó ante sus paisanos en disciplinas tan variadas como la pelota a mano, donde lideró una generación en el frontón que llevó a su localidad a puestos de privilegio en el territorio vizcaíno, o en la música, con su habilidad para alternar el txistu con la interpretación de danzas.

Pero su tenacidad le llevó a triunfar en la disciplina que más dificultades le planteó: el toreo. Y precisamente ahí es donde su personalidad fraguó al denominado león de Orduña, como a él le gustaba decir.

Iván colocó a Orduña en el mapa taurino y lo llevó a lo más alto el día que cruzó en hombros la Puerta Grande de Las Ventas de Madrid, el día que alborotó los tendidos de los sanfermines pamplonicas o en sus triunfos americanos al otro lado del Atlántico.

Había triunfado un hijo de Orduña, que siempre llevó el nombre de su ciudad natal allá por donde fue. Nunca se dijo de otro lugar, siempre de Orduña, que resonó en toda la Península, Francia y buena parte de la América taurina por el brillante oficio de un torero llamado Iván Fandiño en los carteles; esa Orduña de míticas gestas ciclistas en la tardía posguerra volvió a estar en boga por un torero que con su raza y coraje revitalizó la fiesta.

Francia, que lo acogió como un emblema de su forma de entender la fiesta brava le vio marcharse para siempre de los ruedos, pero en su localidad natal siempre seguirá presente el hombre que desde su ilusión y esfuerzo llevó el nombre de Orduña por todo el mundo y una forma de entender la vida llena de valores que enorgullecen a una ciudad.

Fandiño y Madrid

El idilio entre el torero de Orduña y Las Ventas arrancó desde su presentación en la capital, el 12 de septiembre de 2004, tarde en la que cortó, todavía de novillero, una de la trece orejas que sumó en la primera plaza del mundo. Desde entonces, se ganó el título de "torero de Madrid". La primera oreja como matador de toros llegaría, precisamente, en la Feria de la Comunidad de 2010, ante un toro de Guardiola Fantoni. El vestido de aquella tarde, cedido por la familia del diestro, se encuentra expuesto en el Museo Taurino de Las Ventas.

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