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LA VOCACIÓN DE UNOS POCOS
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LA VOCACIÓN DE UNOS POCOS

Actualizado 14/09/2015
Enviado por Miguel Barceló

Estoy seguro que estos días los estudiantes estarán con los nervios a flor de piel, estresados por tener que jugárselo todo en un examen que ven como un muro infranqueable.

Muchos, como yo, estarán deseosos de llegar a la universidad y vivir esa "otra vida", la vida universitaria. Pero otros estarán indecisos, con un colapso en sus mentes, no solo por aprobar con buena nota el examen, sino también porque no saben qué quieren estudiar, y no quieren equivocarse o "perder un año".

Todo eso es el resumen de un examen que decide tu nueva vida, no quiero criticar el actual sistema educativo, quiero expresar mi opinión sobre el tema vocacional.

¿Qué quiero estudiar?

Desde hace cinco o seis años llevo queriendo estudiar la carrera de derecho. El día que decidí qué iba a estudiar tomé una determinación por llegar a conseguir ese objetivo; cada día lo veo más cerca. Hoy casi puedo tocarlo.

Pero con las dudas de última hora, reflexioné sobre el por qué quería estudiar derecho.

Quiero estudiar la carrera de derecho por un sentimiento.

Un sentimiento de impotencia.

La impotencia que se siente cuando, de niños, jugando con la pelota llegaba un grupo de abusones diciendo que la pelota era suya, imponían sus normas y tenías que jugar a su juego, con sus normas.

La opción de no jugar ni la contemplabas. Una vez que aceptabas sus reglas, te hacían jugar a su juego injusto, y que no ibas a poder ganar de ninguna manera.

Ellos, los abusones, eran los reyes del juego, ellos hacían las normas.

Claro, que no estudio derecho para resolver un enfrentamiento pueril. O ¿tal vez sí?

Pues cuando ese mismo grupo de abusones llega bien vestido y convence a todos de que ellos hacen las leyes, que ellos tienen la pelota, que ellos son la ley, tú debes jugar.

Esa gente quiere hacer q

ue pierdas con sus miles de normas que solo sirven para subyugar a los justos a su voluntad y quieren que seas su "nuevo juguete". Cuando se cansen de ti, te desecharán sin nada, bueno, sí... con hambre.

El sentimiento de impotencia que sientes cuando este tipo de gente va tras tus amigos, tu familia, tus conocidos... incluso tras unos desconocidos que solo buscan una luz de justicia en sus vidas, sin saber que esta gente les ha dejado ciegos, y tú no puedes hacer nada, ni defender a esa gente que lucha por sobrevivir, ni detener a los abusones, ni ignorarlos a todos y escapar.

Ese es el sentimiento de impotencia.

Por eso quiero estudiar derecho, para saber cómo jugar a su juego, para hacerlos frente, para dejar de ser un títere.

Para defender a los que no pueden defenderse, para enfrentar a los que abusan de su poder, para que su soberbia sea delito, para que jueguen con sus reglas, y pierdan.

Para demostrarles que pretender ser dioses tiene un precio, que deben pagar: Caer desde muy alto.

Si ellos son el sol, yo quiero ser Ícaro, pero no con alas hechas de cera, sino con las alas de la justicia.

Desfallecer no está en mis planes, caer bajo su influencia o convertirme en uno de ellos tampoco.

Para mí, estudiar la carrera de derecho es dar un primer paso, subiendo una escalera de dos en dos.

Estudiar derecho es aprender a jugar.

Pero esta es sólo mi opinión, estoy seguro de que habrá buena gente que quiera estudiar derecho o cualquier otra carrera por sus salidas laborales o porque está mejor visto en la sociedad. No creo que encuentre muchas personas, como yo, que quieran estudiar para mejorar el futuro, o para ser mejores personas.

Usted, no se mueva mucho de su sillón, esta es mi vocación. No tiene por qué alterar su vida apacible y tranquila.

MIGUEL BARCELÓ

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