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Crónica de un concierto
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MARA ARANDA

Crónica de un concierto

Actualizado 11/09/2014

BÉJAR | Un Viaje a través del espacio y el tiempo transportados por la música sefardí

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Salimos de Valencia, a primeras horas de la mañana, en dirección a Béjar. Esta tarde, a las 20:00 tendrá lugar nuestro concierto en el patio del Palacio Ducal, sumándonos a los actos de celebración del X aniversario del Museo Judío David Melul. El patronato del museo y su director Antonio Avilés nos invitaron amablemente a presentar nuestro trabajo relacionado con la tradición sefardí que viene sucediéndose desde hace más de veinte años. El día, nublado, acompaña y augura un trayecto cómodo y agradable.

Abdelsalam Naiti nos acompaña en este primer tramo del viaje. Es uno de los más importantes tañedores de kanoun, uno de los instrumentos más importantes de los países árabes, cuyos orígenes históricos lo sitúan como descendiente directo de los que se representan en las pinturas murales y esculturas de otras civilizaciones: egipcia, asiria, sumeria, de donde fueron evolucionando hasta los actuales modelos. El qanun, que significa 'regla' o 'ley', es una especie de cítara, que se toca sobre las rodillas, con dos plectros que se ajustan al dedo índice de cada mano con dos anillos metálicos. Tuvo su auge en la civilización andalusí y fue desarrollado por Al-Farabí. Es un instrumento donde el virtuosismo del intérprete puede verse reflejado más que en ningún otro pues con una cantidad de cuerdas que van desde 75 a 90 tiene una gran posibilidad de combinaciones. Abdelsalam observa por la ventana los paisajes del Levante español que van quedando atrás, como atrás y muy lejana está su natal Tánger de donde partiera hace más de treinta años para instalarse en el último reino nazarí de la Península, Granada.

Conforme avanzamos el día se hace tarde, y más, y las nubes amenazan tormenta, pero no llegaremos a ver agua. Así, con el cielo encapotado, llegamos a Madrid donde se nos une Fernando Depiaggi, nuestro neyatí. Su instrumento, el ney, es una flauta de caña, propia de la música del Oriente Medio, muy antiguo. Existen pinturas en los muros de las tumbas del Antiguo Egipto, con lo cual sabemos que ha sido tocado desde hace como poco 4 ó 5000 años, sin que su aspecto y sonoridad cambien sustancialmente. Es uno de los instrumentos más antiguos todavía en uso, y uno de los más humildes. Un simple trozo de caña hueca, con cinco o seis agujeros frontales y otro más para el pulgar, que posiblemente comenzaron a emplear los pastores para acompañarse en la soledad del pastoreo. Siendo de origen tan modesto, alcanza una alta expresividad y consigue transmitir emociones tan intensas que es el instrumento favorito del sufismo

Llegamos a Béjar que está en fiestas también. Cercana está ya la fecha de la tradicional Romería de la Virgen del Castañar que se celebra desde 1446 y que pronto mirará hacia la ciudad y su comarca para bendecirla a ella y a todos los bejaranos. Recorremos las calles y nos encontramos con la Plaza de Toros, la más antigua del mundo. También topamos con el Palacio Ducal, construido sobre el antiguo castillo medieval, donde estaremos dentro de unas horas. Nos sorprende un pueblo bullicioso, preparándose para sus fiestas; hombres y mujeres descendientes de aquellos primeros vetones que se establecieron en el siglo V a.C. y que fueron mestizándose con romanos, moros y judíos que fueron también vecinos de estas mismas calles. Producto de todas estas influencias y cruces es el bejarano del siglo XXI. El aire se respira limpio y nuestros corazones están en paz, contentos de llegar a estas tierras donde nos sentimos bien recibidos.

Reponemos fuerzas y descansamos un rato antes de volver al Palacio. Ahora, frente a él vemos la impresionante fachada principal y nos conmueve pensar qué historias albergaran sus muros mientras sopla un viento que no nos abandonará hasta momentos antes de nuestra actuación en que finalmente silencia su voz, más antigua, y deja paso a otras voces que hablan del pasado, del presente y el futuro. El patio, donde ya está dispuesto el escenario, con galerías de arcos y columnas semijónicas, dejan ver los escudos con las iniciales F y G, que corresponden a don Fco. De Zúñiga y doña Guiomar de Mendoza.

Jota Martínez, el director de la formación, hace el montaje del soporte en el descansarán los instrumentos: cítola, viola de rueda, guitarra morisca, laúdes...reconstrucciones a partir de la iconografía que se conserva en códices como el de las Cantigas de Santa María que mandara componer el sabio rey castellano, Alfonso X, allá por el siglo XIII. Desde hace varios años, Jota Martínez emprendió la tarea de reconstrucción de todos los instrumentos musicales que aparecen en esta colección, literaria, pictórica y musical, de más de cuatrocientas partituras: letra y música, que nos hablan principalmente de los milagros de la Virgen. Sus instrumentos viajan con nosotros a los conciertos, haciendo que volvamos a tener una referencia de cómo sonarían hace ocho siglos, invitando a un efectivo viaje en el tiempo, y también se presentan en exposiciones y conferencias puesto que su entidad hace que sean un preciado tesoro para medievalistas, historiadores, luthieres, museos y entidades e instituciones relacionadas con la cultura. Pese a sus enormes conocimientos sobre este campo, Jota Martínez siempre nos sorprende con su amable generosidad, puesta al servicio del hombre que se acerca a esta fuente del saber.

Rafael Gómez nos cuenta que estas partituras de las cantigas marianas se acompañan de unas miniaturas, más de 28oo, que constituyen un precioso documento no sólo considerado testimonio de la vida española en el siglo XIII sino también como plasmación en imágenes de las formas artísticas que imperaban en aquel tiempo, a través de los muebles y objetos de arte, pinturas, esculturas y distintos edificios, que han quedado apresados por los pinceles en sus páginas.

Llegado el concierto, las primeras filas están ocupadas por el director del museo: Antonio Avilés y miembros del Patronato, el alcalde de Béjar y algunos miembros de la corporación municipal y los hijos y familiares de David Melul, el hombre a cuyas instancias nace y se configura el museo, hace ahora 10 años. David Melul nos abandonó en 2007 pero fue uno de los hombres más grandes que ha tenido el judaismo español en el siglo XX y el museo es sólo una de otras muchas acciones.

El patio del palacio está lleno y da paso al concierto con el que acercamos al siglo XXI pedazos de la historia, no solamente de los sefardíes, de los judíos de la Península, sinó de sus conexiones con las otras religiones existentes en la Península en el medievo, con las corrientes musicales de los muchos países que conocen los sefardíes en la diáspora...un viaje por el tiempo para recordarnos que este repertorio, este conjunto de testimonios hechos canciones, tienen un valor incalculable y son patrimonio de la Humanidad en su conjunto, más allá de países o credos, fortunas o tiempos. Su mensaje es atemporal e imperecedero, nos habla de las fatigas y las penas sufridas, que dejaron heridas imborrables que continúan hasta nuestros días, generación tras generación pero también de las alegrías que animaban la vida de aquellos que las compusieron y las cantaron, que hicieron florecer sus días y dieron semillas para el futuro de los Hombres.

Sirva pues esta pequeña crónica como muestra de agradecimiento a todos los hombres que siguen fortaleciendo, sin desvelo y sin reparar en esfuerzos, el árbol común del Saber, unidos en la consecución de altos fines e ideales, apartando aquello que los separa, sumando aquello que los hace grandes y engrandece a la Humanidad en su conjunto.

Mara Aranda

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