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Humanidad y tecnología
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Humanidad y tecnología

Actualizado 26/06/2015
Manuel Rodríguez Fraile

[Img #344169]Hace un par de días vi una película, no era gran cosa, pero su argumento me termino por resultaba inquietante y es que la ficción, en ocasiones, superar la realidad. En mi opinión hace ya tiempo que ha comenzado a suceder y el frenético avance de las tecnologías parece confirmarlo día tras día.

Su título era Blackhat, una película de este mismo año dirigida por Michael Mann. ¿Su trama? Un espionaje en el complejo mundo de la cibernética. ¿Su argumento? Pues más o menos, era así. Un delincuente informático ? experto hacker ? se introduce en los programas de las Bolsas mundiales y hace subir de forma espectacular aunque ficticia en precio de la soja con el fin de lograr fondos para el que será su objetico final. Este no es otro que, tras hacerse con una gran cantidad de acciones de un producto tan importante como el estaño, inundar las grandes minas de este metal existentes, de forma que su escasez junto a su alta demanda para procesos industriales, haga subir exponencialmente su valor. ¿Ficción o anticipación científica? ¿Recuerdan aquella película del año 1983 titulada Juegos de Guerra, quizás la primera sobre el poder del entonces emergente mundo de internet? Pues sólo han pasado 30 años y hoy mucho de lo que allí se "anticipaba" es real.

Pero al margen de la influencia, cuando no dependencia, que nuestro mundo actual tiene de internet, lo más inquietante de la película es el para qué se utiliza. Porque en Blackhat la finalidad de alterar ficticia y especulativamente productos básicos como la soja o el estaño, no es ya ciencia ficción. ¿Quién decide los precios de productos tan básicos como el algodón, los cereales o el café? Desde luego no son los agricultores. Sus precios son fijados a muchos kilómetros de distancia en las sedes de las grandes empresas multinacionales que haciendo correr rumores, especulan y compran, incluso, las futuras cosechas, terminando por fijar los precios que más les interesa para obtener los máximos beneficios, todo ello sin considerar las dramáticas situaciones en las que dejan a millones de familias en todo el mundo ¿Quién regula toda esta mafia?

Empresas como Monsanto, acusada en 2005 de sobornos a funcionarios en Indonesia para evitar que se diera a conocer un informe sobre la degradación medioambiental de su algodón genéticamente modificado y contra la que 2013 se realizaron marchas y protestas en más de 40 países del mundo, entre otras cosas por prácticas abusivas, es una de estas multinacionales. Pero no está sola, también Nestlé, probablemente la compañía multinacional agroalimentaria más importante del mundo, fue multada en 2015 por la Comisión Nacional de Mercados y la Competencia (CNMC) de España con 10,6 millones de euros por conductas anticompetitivas o el Grupo Danone al que se sancionó con el pago de 23,2 millones de euros por el mismo motivo.

La especulación ya no tiene fronteras, las autopistas de internet facilitan la compra y venta de productos básicos y junto a ello de las vidas de los millones de personas que están detrás de los precios y la distribución ¡y sólo con un golpe de un clik en el ratón de un ordenador situado en la otra punta del mundo! En la mayoría de los casos los responsables quedan impunes escondidos en los "agujeros negros" de esas marañas de redes informáticas invisibles para nosotros, los ciudadanos de a pie.

Nuestras propias vidas, la de cada uno de nosotros, nuestros recuerdos y sentimientos, nuestros intereses y aficiones, nuestros datos personales, nuestros dineros, etc.; viajan de forma electrónica por una nebulosa intangible a la espera de que alguien, con los conocimientos necesarios, las "cace". Facebook, Google, Wasap, Instagram, Outlook, etc.; son conocedores de partes esenciales de nuestras vida y parece que nada puede hacerse. ¿Triste, no? Y lo peor es que seguimos alimentándoles.

Albert Einstein dijo: Temo el día en que tecnología sobrepase a la humanidad, y el mundo tenga una generación de idiotas. ¿Somos ya idiotas o aún tenemos tiempo'

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