- Ha viajado por todo el mundo representando a España en diferentes festivales de teatro.
- Su gran pasión y su modo de vida: crear

estro deseo. Yo fui quien lo dejó, porque pensé que sería lo más fácil y en el año 2000 me vine aquí. Me estrellé. DdS.- ¿A qué te refieres con que te estrellaste?P.V.- De tener un éxito increíble, pasé aquí a no encontrar nada. Dejé tarjetas, envié "e-mails" por todas partes, a cualquier lugar que tuviera que ver con niños: bibliotecas, grupos de teatro... Pero en el año 2002, con la Capitalidad Cultural Europea de Salamanca, me meto en otras historias por entretenerme. Me metí en la Casa de Japón a estudiar lengua y cultura japonesa y finalmente hice allí una exposición de pintura, que tuvo gran éxito; vendí casi todo. Eso me animó y llevó a que me empezara a conocer gente como Ángel González Quesada; también contacté con el cine, con los cortos de Gabriel Velázquez y Chema de la Peña, que me eligieron a mí como uno de los protagonistas. Hacía de portugués, ¡sin hablar portugués ni haber estado en Portugal! Como sabían que me dedicaba a la imagen en el teatro, empecé a trabajar también como director de arte. Y algunas veces me han llamado. No he querido buscar nada en Madrid porque quería estabilizar aquí mi vida, en Salamanca. DdS.- Has estado en política. Como alcalde.P.V.- En el año 2003 cometí el qué fue el mayor error de mi vida. Me eligen como alcalde de Carrascal de Barregas. Yo que nunca había estado en política, me presenté como independiente y de repente me veo con mayoría absoluta, ingenuo, utópico... Yo soy un creativo, e intento aplicar a todo mi creatividad, pero allí no había forma de trabajar. De pronto descubrí una parte del ser humano que no conocía y que no me gusta nada, y confieso que me hubiera encantado no haberla conocido. Lo peor que me ha pasado en mi vida es ser alcalde. DdS.- ¿Y qué sucedió, cómo acabó todo?P.V.- Que esa experiencia me dejó secuelas; me creo una tremenda depresión, tuve que tomar pastillas para sobreponerme y aguantar los cuatro años de legislatura con psicoterapia. Me he sentido solo y utilizado por todas partes. Yo quería hacer actividades para la gente, y había dinero para ello; pero nada, todo se torpedeaba. DdS.- Dejaste la política. ¿Y entonces, a qué te dedicaste?P.V.- De todas aquellas tarjetas que fui dejando por Salamanca, una persona, Raquel, que trabajaba en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, me llamó para saber si todavía me dedicaba a lo mío, y ahí comenzó mi relación laboral, esta vez en terrenos expositivos. He vuelto a retomar el mundo infantil, quizá no con el dinamismo que yo tenía como actor, pero en mi taller me puedo meter en ese mundo de fantasía e imaginación, de creatividad, y eso vuelve a darme vida. Participo, también, en creaciones artísticas en la naturaleza por la zona de la Sierra: Miranda del Castañar, Las Casas del Conde. Igualmente colaboro en la actualidad con diversos colectivos y organizaciones solidarias, haciendo un trabajo social. Yo siento que no me puedo mantener al margen, que he de colaborar en lo que pueda.